Poder Político

... Y no aprendieron

Desde el catastrófico resultado en la elección presidencial del 1 de julio de 2018 con un adverso 53.19 por ciento de la votación por parte de la voluntad popular que les despojó de la gobernanza del país, a los partidos políticos se les fue el tiempo como el agua entre los dedos de la mano sin aprovechar el punto de inflexión en reflexionar cómo reivindicarse con el colectivo social, olvidando perfilar una baraja de candidaturas competitivas frente a un avasallador Morena.

Los de la bizarra oposición no tienen siquiera un «tiro» para pelear por la Presidencia de la República. No hay entre las y los mencionados alguno con el capital político ni con una equiparable capacidad de convocatoria en la puja por hacerse de la silla del «Águila», exceptuando un personaje hasta ahora extraviado en medio de las ambiciones personales y facciosas en las cúpulas. Su nombre, José Antonio Meade Kuribreña.

Con el antecedente de haber estado en competencia electoral por la primera magistratura mexicana, a José Antonio Meade le acredita una trayectoria alejada de la tóxica estridencia en la función pública; pasó por la Secretaría de Desarrollo Social, vinculada a los programas entre los colectivos marginados; la Secretaría de Hacienda, a cargo de administrar las finanzas del país, ingresos y egresos; la secretaría de Relaciones Exteriores, asignado a la política internacional, entre otras asignaturas en lo privado. Aunque posicionarlo en el escaparate ya sería tardío.    

Entre el bloque opositor sólo hay confrontaciones internas desbordadas hacia lo público, visibilizando de manera reiterada la ausencia de argumentos para establecer en lo individual un genuino programa de gobierno que sobre el entramado de la realidad haga sentido con ese electorado, que ante el desdén optó en una tercera ocasión por la alternancia que representó un movimiento emergente impulsado por quien con asertividad logró capitalizar la coyuntura de un «mal humor» marcado por las crisis.

Asumiéndose como poseedores de un mando exclusivo entre la tradicional partidocracia, arrogantes no se dieron la oportunidad para trascender hacia una inaplazable «calidad de la democracia».

Incapaces de reconfigurarse desde sus raíces ideológicas para encausar una propuesta bajo el paraguas de los inherentes principios de doctrina para el propósito por acceder al poder, PRI, PAN, y PRD adoptaron un absurdo pragmatismo al coaligarse en un bloque opositor, «Va por México».

  

Antaño fue impensable compaginar a un huérfano régimen extremadamente autoritario, que sin la asociación con la figura presidencial resulta ser nada, con sus víctimas. Una inverosímil realidad.

Quién habría pensado que Acción Nacional tendría por satélite al arrogante Partido Revolucionario Institucional y al de la Revolución Democrática, la única vía para asegurarse estos cuando menos tener una decorosa presencia y participación en la gobernanza mexicana, ambos en el «cascajo n» por la migración de militancia hacia el Régimen de la «Cuarta Transformación».

Acción Nacional, antítesis a los postulados revolucionarios, podrá pervivir en el tiempo habida cuenta la afinidad ideológica militante entre el colectivo de nivel medio y alto; además de aún poseer presencia de gobernabilidad ejecutiva y legislativa. Por lo contrario, el PRI ni el PRD tienen garantizado sostener el registro, ya despojados de su territorialidad dominante.  

      

Queda claro que los 95 millones 737 mil 819 electores en lista nominal con corte a este 2 de junio tienen mucho «voto oculto» que ha hecho de las encuestas un instrumento ya no tan fiable sino como una referencia, como ocurrió en el Estado de México.

«Va por México» podrá no representar competencia a la «Cuarta Transformación» en la puja por la Presidencia, pero sí en Congresos, federal y locales, gubernaturas, y alcaldías. En total suman la puja por 19 mil 703 cargos, sólo propietarios.   

Bitácora

A posteriori de las votaciones que hubo en Estado de México y Coahuila, el INE mostró otra vez su eficacia como depositario en la función pública de organizar la renovación periódica por voluntad popular las Autoridades de Gobierno, federales y locales. Este 2024 no tiene por qué ser distinta con la precedente expertiz de 2018, con la complejidad de arbitrar a una «Cuarta Transformación» combinada.

eduhdez@yahoo.com