Los sindicatos de trabajadores, en particular los liderazgos de México, desde el régimen priista de 71 años se erigieron en un botín de intereses facciosos con evidente carácter económico, así como político, coludidos con el oficialismo, sin importar las alternancias de los regímenes. Aferrados a la perpetuidad, los secretariados y sus afines en la gradualidad del tiempo dejaron de representar a la base de sus agremiados; aún más los gubernamentales. La rentabilidad en prebendas es enorme que no cesan la creación de nuevas organizaciones consecuente con los desprendimientos.
Desde que se legisló la libertad de organización gremial, el surgimiento de nuevos entes acreditados por la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, al amparo constitucional del artículo 113, son un negocio lucrativo para unos cuantos; no así para los agremiados que ninguna defensa tienen. Aunque sí le deducen de sus salarios las cuotas correspondientes.
Las marchas que antaño hubo de trabajadores cada 1 de mayo para refrendar el orgullo de asumirse como sindicalizados en la contemporaneidad de las décadas recientes a la actualidad transitaron a una farsa, habida cuenta que quienes se enquistaron en los liderazgos les obligan bajo presión.
La obligatoriedad de celebrar la renovación de los liderazgos por elección popular pactado en el Tratado Comercial México, Estados Unidos y Canadá, el prevaleciente T-MEC, para luego instituirse en la constitución, no deja de ser una fachada ante el descaro las medidas intimidatorias para inclinar la balanza en su favor o del grupo faccioso.
Sucedió con el ascenso de Ricardo Aldana a la secretaría general del sindicato petrolero del cual antes fue secretario general; en el año durante el período del extinto Carlos Romeo Deschamps, ambos en el año 2000 recibieron una cesión de 1 mil millones de pesos por parte de Pemex, que serían para financiar la campaña presidencial del candidato priista Francisco Labastida Ochoa; por este motivo el Instituto Federal Electoral le impuso al partido político una multa por ese mismo monto.
Ricardo Aldana y a Carlos Romero Deschamps aprovecharon las cuotas del sindicato en el PRI para escalar respectivamente como diputado federal y senador, y viceversa apanicados por el peligro de que fueran encarcelados durante el régimen de Acción Nacional; Felipe Calderón sí estuvo decidido sólo que el Congreso de la Unión de línea opositora le impidió los desafueros, Manlio Fabio Beltrones como presidente de la Junta de Coordinación Política del senado y Emilio Gamboa Patrón en su caso de los diputados.
Qué contraste en esta organización gremial respecto de los tiempos en los que Joaquín Hernández Galicia, la Quina, lideraba, con una influencia mayúscula que se configuraron tiendas de consumo por el país, en donde los trabajadores adquirían a costos accesibles productos de abarrotes hasta enseres electrodomésticos; todo esto se acabó hasta que un cuestionado presidente Carlos Salinas de Gortari en 1989 lo capturó por delincuencia organizada, drogas y armas que le sembró en su domicilio; una manera burda de cobrar venganza porque el petrolero optó por apoyar al opositor Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Por lo contrario, Fidel Velázquez como eterno líder de la Confederación de Trabajadores de México, desde que asumió hasta su muerte en junio de 1997, en su docilidad al régimen priista, acuño la emblemática máxima «Quien se mueve no sale en la foto», en referencia a los tiempos para imponer candidato presidencial, y el mismo se encargó de develar al impuesto sucesor. Por cierto, las celebraciones por su cumpleaños, incluso el 97, por cada uno de estos años recibió como regalo la misma cantidad de centenarios. Toda una fortuna por el valor de estas monedas de oro puro.
En su visita a Tabasco en el año 1995, un joven Francisco Hernández Juárez líder del sindicato de telefonistas, aseguró en una entrevista periodística que no sería eterno en el cargo, que llegado el momento de concluir su período daría el paso al costado. 30 años después sigue allí mismo en el usufructo, y el ala disidente no ha podido removerlo.
Invariablemente, todos los líderes sindicales e integrantes de la cúpula en algún momento escalaron a ser legisladores; en la actualidad, Napoleón Gómez Urrutia por los mineros, y Pedro Haces por el Sindicato Nacional de Trabajadores de Seguridad Privada, Vigilancia, Traslados de Valores primero fueron senadores para mudarse luego a la cámara de diputados.
Pedro Haces en 2020 fundó el partido político Fuerza por México, a contracorriente del artículo 41 constitucional que se los prohíbe a organizaciones corporativas, pero el obsequioso Tribunal Electoral Federal, desde la gestión de Enrique Peña Nieto, les validó el registro. Ambicioso, vendió al mejor postor las candidaturas plurinominales para la elección de 2021, negocio redondo.... ¿Y los trabajadores sindicalizados?