Tabasco: Cambiando de piel

Tabasco: Cambiando de piel

He perdido la cuenta de las veces que Andrés Manuel López Obrador ha venido a Tabasco desde su triunfo del 1 de julio. Son muchas y eso ha creado una expectación natural de ¿a qué viene?, porque cada vez que lo hace crece el nivel de lo que se espera de él en su tierra natal. Esta última del pasado fin de semana fue la más espectacular sin duda. Desmintió de forma clara y contundente a los que en días pasados habían anunciado que la refinería finalmente no se iba a hacer por cuestiones presupuestarias y de presión internacional. Y no solo eso sino que comenzó a desvelar los detalles de su estrategia petrolera al anunciar la inversión de más de 150 mil millones de pesos en la industria. Además le permitió a nuestro gobernador Electo, Adán Augusto López Hernández, afirmar con toda propiedad que Tabasco se convertirá en la capital del petróleo de México y de toda Latinoamérica lo que no es poco, sino al contrario un sueño que cada vez se ve más cerca. Para rematar el que será el director General de PEMEX, Octavio Romero, expuso su intención de acabar de una vez por todas con el sistemático problema de las afectaciones a las tierras cercanas a la explotación de la empresa paraestatal en nuestro estado. Todos estos proyectos anunciados, confirmados y ya incluidos en el proyecto de presupuesto para el 2019 nos dan la certeza de que lo que viene es bueno, muy bueno, impensablemente magnifico para Tabasco que en la actualidad se encuentra sumido en una gran depresión económica y social de la que parece que podremos recuperarnos a corto plazo y eso nos ayuda a aguantar tanta contingencia catastrófica como la que padecemos. Dicen que las cosas que están mal tienden a empeorar y puede ser que en los próximos meses sean así. Es una simple cuestión de banqueros que se rigen por el “debe y el haber” saber que todavía nos queda mucho malo que superar de aquí a diciembre. Pero los anuncios de inversiones realizados por AMLO y su equipo ya han dejado de ser asuntos de “Fe y de esperanza” y han pasado al ámbito de lo real, de lo cercanamente tangible. Vivimos un castigo a ciertos pasajes de nuestro pasado. Del lejano y del presente. Estamos tocando fondo, que ya se sabe que es imprescindible para reinventarse. Ya lo decía San Marcos que “para renacer hay que morir antes”, o lo que es lo mismo tenemos que desprendernos de todos nuestros pecados y malicias, quemar en la hoguera nuestras falacias, vanidades y pobrezas morales, irnos hasta el final en nuestro psicoanálisis y prepararnos para una nueva vida más sana, más noble, más auténtica. En definitiva estamos en el proceso final de “cambio de piel” para transformarnos en una nueva sociedad. Ahí es donde encaja la propuesta de AMLO y de Adán Augusto López de la reconciliación, porque en ese punto de muda de actitudes seremos necesarios todos y para ello es completamente necesario que nos reconciliemos. Muchos, con razón, pretendemos que para lograr esa reconciliación es necesario conocer la verdad de los hechos, por boca de los que han errado y que se aboquen a devolver a la sociedad el mal  hecho o sino que “cada palo que aguante su vela”. Y ese es el punto en el que estamos.