Una pandemia que corrió la cortina

Una pandemia que corrió la cortina

Se dice que el mundo actual está inmerso en la globalización, que la revolución tecnológica de finales del siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI son una fuerza que impulsa a este mundo global; de igual forma, desde finales de la década de los años setentas, se empezó a expandir un modelo económico llamado neoliberalismo, y que pone como punto fundamental, para la generación de riqueza al mercado. Además los grandes avances en la biotecnología nos presentaron una magnifica riqueza de conocimiento, con respecto a nuestra composición genética; la astronomía nos explica el enorme universo en el que se encuentra el planeta Tierra y la existencia de otras galaxias; la medicina y los trasplantes de órganos han servido para prolongar la vida de muchas personas; el transporte aéreo cubrió casi la totalidad del planeta, las distancias se acortaron. Se habla de la sociedad del conocimiento; es decir, el conocimiento se demanda de forma especial, en estos tiempos es una mercancía sumamente apreciada, cotizada; el mundo internet se propone alcanzar y cubrir todo el saber de la humanidad; una meta ambiciosa, nos llena de asombro cuando escuchamos que todo está en la red, y en una sociedad de consumo, esta falacia parece ser real.

Un elemento fundamental para creer lo bien que marchaba este mundo global, preñado por el neoliberalismo, fueron los medios televisivos y servicios de cablevisión encargados de filtrar la información; también el tipo de programas y su contenido. En el caso de México, los horarios llamados estelares están ocupados por verdaderos bodrios y los espacios de información tiene un formato plagado de simulación, falsedad y muy acartonados. Pero aun así tienen audiencia, principalmente por que el chisme, el escándalo y la diatriba se venden; pocas veces abordan temas como la filosofía, ética, derechos humanos, con el argumento que eso no le interesa al público, al cual se le ha adormecido la conciencia.  

El COVID-19, con todo y la tragedia que ha provocado, corrió la cortina que ocultaba una serie de anomalías. En especial las relacionadas con el ser humano, pocas veces atendido más allá de significar una cifra estadística, y que en el mundo del Facebook se manifiesta terriblemente en una gran cantidad de usuarios. Es una ventana al vacío existencial, la enorme necesidad de reconocimiento y la nula capacidad de comprender el ser un solitario en la galaxia de internet. Ante esa sensación de que no es suficiente la comunicación en tiempo real, además de presumir lo que come, el lugar donde se encuentra y la gran cantidad de selfies infames que comparten, lo delatan y hace evidente la nulidad del móvil, ante la ausencia del otro. Si esta pandemia golpeó esa creencia de muchos, de que el hombre es egoísta por naturaleza y que la mayoría de la gente es proclive al consumo compulsivo, esto hoy para muchos es imposible aun teniendo el recurso y el tiempo disponible. Quedan muchos escépticos de que después de esta cruel experiencia, el sujeto social pueda cambiar, no entienden que esto ya no va ser igual, aun con la producción de la vacuna. 

UN RETO AL CONOCIMIENTO

Ante el COVID-19 el discurso científico se ve ante serios desafíos; en especial los relacionados con los sistemas de salud que se empeñan en sostener un servicio médico de marcada diferenciación social, y donde el lucro es el principal objetivo. Esto hace necesario convocar a otros discursos científicos, de otras disciplinas, como la antropología, la sociología, etcétera,  que abonen a construir una opción viable, de mayor inclusión. No será posible sin dirigir recursos o presupuestos para fortalecer los diferentes ámbitos de la salud en recursos humanos, instalación de hospitales, programas y campañas. 

Se requerirá tener un buen informe sobre esta pandemia y sus efectos; servirá para un diagnóstico que ayude a tener una mayor comprensión sobre los niveles de salud de la población. Se debe hacer un estudio minucioso de esa información, luego verificar su veracidad, además ubicar los diferentes contextos en donde se propagó el virus; es decir, los espacios que invadió, empezando por delimitar lo urbano y lo rural, que en el caso de Tabasco esto es un indicador que no se puede ignorar. Es necesario registrar si las personas afectadas tenían en su mayoría un padecimiento anterior, recuperar testimonios de personas que se libraron del padecimiento y conocer cómo lo hicieron. Esto exige un rastreo y un trabajo de campo riguroso, no es suficiente el trabajo de gabinete; para realizarlo se tiene que enseñar su aplicación, existen algunas experiencias exitosas a lo largo de la historia con el conocimiento profundo del territorio y la región, muchos programas y proyectos fracasan por carecer de esa base. La pandemia del COVID-19 nos lleva a un escenario de incertidumbre, porque es multifactorial y multicausal; no solo es la salud y la economía lo que ha sido trastocado, es el universo simbólico. Se tiene que convocar a todos los saberes que puedan aportar elementos.

LAS RELACIONES TRUNCAS

El COVID-19 desnudó el resquebrajamiento de este mundo global; expuso cómo cada país ha tratado de enfrentar y controlar esta pandemia. Hay casos trágicos como el de Ecuador a nivel del sujeto social; es más agudo el sufrimiento como hemos visto en los ritos tradicionales de duelo, estos no se pueden realizar de la forma acostumbrada. En otro elemento sustancial de la vida, el disfrute del cuerpo es sometido, al cual no se le permite algún relajamiento; muy pocos quieren tocar este punto: la sexualidad se mantiene como el gran tabú, la sana distancia conlleva a una sexualidad acotada, el encierro rompe conductas sexuales prohibidas, mal vistas, no aceptadas, pero que forman parte de la sociedad.

En tanto no aceptemos las prácticas sexuales como algo común y ordinario en la vida de los sujetos sociales seguiremos creando falsas ilusiones como la pornografía, viendo la proliferación del abuso infantil, y las violaciones; si el discurso de la sexualidad no deja de ver al cuerpo como un fetiche, entonces la sexualidad, más allá del coito, y que la mayoría de la gente, asumiera y entendiera que nuestro cuerpo está plagado de deseos, de compañía, de convivencia, de buen trato y de reconocimiento.

He aquí, lo que el mundo internet no nos puede dar, aunque lo prometa y ofrezca; me refiero al amor, al cariño, a la amistad de una persona real. El truco de internet, de querer hacer creer al construir una ilusión, pero la risa genuina de un niño, aun con cubre boca; la mirada sincera de un amigo y el gesto amoroso del ser amado, no lo podemos obtener en el mundo virtual. El móvil es un medio precario, nada que ver con la sinceridad y la honestidad del ser humano, sin dejar de lado la franqueza, la terquedad y las pasiones que tenemos todos.