Septiembre es un mes que se presta para hacer un intento de introspección hacia lo mexicano, hacia lo que sentimos y pensamos los oriundos de este país. El aniversario del Grito de Independencia el 15 de ese mes de cada año en el zócalo de la capital del país y su multiplicación en las plazas públicas del territorio nacional, proporcionan el excelente marco para que salga a flote el orgullo que sentimos por ser mexicanos por nacimiento o por adopción.
Ahí, en esas ceremonias y en medio de la algarabía, en ocasiones más producida por el consumo de bebidas espirituosas que por un verdadero espíritu nacionalista, gritamos a todo pulmón: ¡Viva México ca...!
Esta expresión la decimos cada que podemos, sobre todo en eventos deportivos, y si es en contra de los gringos, con más razón lo hacemos, y no nos importa que se nos catalogue de chauvinistas, patrioteros y cerrados al mundo.
Pero esta situación por la globalidad en que estamos inmersos, y por la admiración que sectores minoritarios, sienten hacia todo lo extranjero, y si es gringo, pues mucho mejor, corre el riesgo de convertirse en mera nostálgica teoría, y entonces podríamos darnos cuenta que si ahora gritamos ¡Viva México!, también estamos inmiscuyendo elementos no mexicanos, no nacionales. ¿O, a poco creen Ustedes que el ¡Viva México! que hayan expresado, por ejemplo, Alejandro Moreno o Lilly Téllez, se refería únicamente a los mexicanos sin pensar en que lo ideal para ellos sería que este México al que le gritaron loas, esté bajo la égida de, precisamente, los gringos?
Esto en lo político, pero en lo deportivo también se da esa dependencia hacia lo extranjero, hacia lo no mexicano. Y ejemplos hay muchos: a la selección nacional de futbol la han dirigido entrenadores extranjeros, o al equipo Guadalajara, al que sus seguidores consideran cien por ciento mexicano, pero ello no es cien por ciento cierto. Es cierto que los jugadores sí deben ser mexicanos por nacimiento o por adopción, pero los dueños y los aficionados muchas ocasiones se quitan el sombrero de charro ante los entrenadores y estrategas blancos y barbados que vienen del viejo mundo o de Sudamérica, y se dejan deslumbrar por lentejuelas y collares de lentejuelas y vidrio, y se dejan dirigir por ellos.
Pero esta situación no es privativa de los ámbitos político y deportivo, sino que entre la población misma se da ese espíritu de orgullo de ser descendientes de extranjeros, llegando a presentarse casos verdaderamente patéticos como el de menospreciar a una persona por su nombre o apellido. Por ejemplo, cuando Hugo Sánchez triunfaba en Europa, un comentarista de televisión de apellido Fernández y de nombre José Ramón, se refería a él como "Sánchez", y lo pongo entre comillas para recalcar el tono en que era expresado. Tenía esa misma tonalidad e intención con que el ex presidente Vicente Fox se sigue refiriendo como "López" al también ex presidente Andrés Manuel López Obrador. Es decir, racismo y clasismo al más puro ejemplo del comportamiento de la derecha nacional.
Pero septiembre y en concreto el día 15, nos permiten otras cosas. Nos recuerdan las luchas que hemos tenido en dos sentidos: 1.- Para conseguir nuestra Independencia; y 2.- Para conservar nuestra Independencia.
Dicen las crónicas que Miguel Hidalgo y Costilla, gritó tres expresiones: ¡Viva la Independencia! ¡Viva América! ¡Muera el mal gobierno!
También dice la historia que realmente el Grito de Independencia lo dio el cura Hidalgo en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, pero que Porfirio Díaz lo pasó a las once de la noche del 15 para hacerlo coincidir con su cumpleaños y, entonces, involucrarlo como parte de la fiesta privada respectiva.
Pero más allá de los que consignan la historia patria ancestral y sus crónicas, lo relevante es que la ceremonia del Grito de Independencia de este 15 de septiembre de 2025 encabezado por la primera presidenta del país, Claudia Sheinbaum Pardo, ya hizo su propia historia, tanto en la forma como en el contenido, por lo que, en pleno eco de lo que se vivió en el Palco Presidencial del Palacio Nacional, así como en la plancha del zócalo de la capital del país y en las plazas públicas del territorio nacional, se antoja simplemente decir a los cuatro vientos y a todo pulmón: ¡Viva México ca...!