En una sociedad donde escasea el valor de admitir un error, el arte de ofrecer una disculpa es raro. Las disculpas se basan en reconocer el error propio y se ofrecen como muestra de arrepentimiento, con la intención de reparar el daño. Por el contrario, hemos retorcido el noble acto de ofrecer disculpas para hacerlo una forma de castigo.
La disculpa dejó de ser expresada sinceramente en privado, o ante pocas personas, para pasar a ser escarnio público. Ofrecer disculpas públicas está bien cuando a la persona le nace, o si lo acepta en un proceso de mediación o conciliación para evitar llevar a juicio un problema. El problema es cuando estas disculpas son impuestas por sanciones judiciales, se perciben como una especie de humillación.
En la Edad Media se popularizaron como formas de castigo el cepo o el barril. En uno, el castigado era inmovilizado con una tabla, que le mantenía agachado y sujeto de manos y cuello, para que la gente le arrojara insultos o alimentos podridos; lo mismo pasaba a quienes eran obligados a andar por la calle vistiendo únicamente el barril de los castigados.
Siglos después, es un efecto parecido el que se obtiene cuando un ciudadano hoy recibe una sentencia en la que tiene que disculparse públicamente. O cuando es un acuerdo entre partes muy desiguales, "voluntariamente a fuerzas", como las disculpas que le ofreció Carlos Velázquez de León a Gerardo Fernández Noroña en el Senado. Sí, el abogado aceptó disculparse por haber increpado al senador en el aeropuerto, pero lo hizo porque le saldría mucho peor si el asunto llegaba los juzgados.
Paradójicamente, a veces el cepo se voltea el escarnio recae sobre los que obligaron a un ciudadano a disculparse públicamente, como una demostración de poder, ostentando su capacidad de obligar a otro a humillarse.
Es el caso de Diana Karina Barreras, a quien le han llovido críticas, insultos y hasta amenazas, luego de que acusó por violencia política de género a Karla Estrella Murrieta, quien en un tuit dijo que Barreras era diputada federal gracias a su esposo, Sergio Gutiérrez Luna, expresidente de la Cámara de Diputados. El Tribunal Electoral de la Federación emitió una sentencia en que se obliga a la simple ciudadana Karla Estrella a publicar durante 30 días consecutivos una disculpa pública en su perfil de X. Una disculpa particular, que no se dirige a Diana Karina Barreras, quien pidió la reserva de sus datos, sino que se dirige a DATO PROTEGIDO.
Aunque no se menciona ni su nombre, el inicio de la publicación de disculpas provocó que el barril de la vergüenza cayera con todo su peso sobre la diputada. Lo de dato protegido dio para muchos tuis sarcásticos, insultos, burlas. Lo de las 30 disculpas fue considerado excesivo hasta por la presidenta Claudia Sheinbaum. Resultó tan contraproducente que Diana Karina Barreras que salió a pedir al tribunal que reconsidere la sanción. Mientras tanto, la otra está cumpliendo su condena.
En contraste, hace un par de meses asesinaron en San Mateo Piñas, Oaxaca, a la alcaldesa. Un caso que prueba que la violencia política de género existe, y mata, pero los mecanismos para sancionarla no están protegiendo a quienes debería. Las que sí enfrentan riesgos reales que impiden su ejercicio del poder público están solas, en tanto que otras, mejor acomodadas, usan el tipo penal como arma a modo para censurar a quien las critique.
Es diferente el caso de Javier Hernández, Chicharito, aunque en el fondo trata de lo mismo. La "funa" o linchamiento virtual que recibió le provocaron perder contratos con el equipo Chivas y la marca Puma. En esta reflexión, hay que precisar que la libertad de expresión se basa en poder expresar ideas sin censura previa, pero no se debe confundir con la idea equivocada de que no habrá consecuencias.
Algunos límites a la libertad de expresión están fijados en la ley, como la violencia política de género. Otros son puramente sociales. Si el rechazo social al machismo de un futbolista le puede hacer perder su trabajo, ¿es necesario obligar a disculparse públicamente 30 días a alguien que criticó a una política? Si señalar el machismo por lo que es basta, la violencia política de género debe afinarse para proteger a las que sí están en riesgo, no prestarse como instrumento para silenciar críticas.