De mayo a mayo, Becerra, un amoroso en permanente fuga

Tres mujeres proponen sus lecturas sobre la obra poética del Tabasqueño en “Yo iba a decir algo…”

De mayo a mayo, Becerra, un amoroso en permanente fuga

El ensayo literario es una de las grandes ausencias en la literatura tabasqueña; otros podrían ser la traducción, la dramaturgia, la crítica, la crónica y el reportaje.

De ahí que la aparición de un libro en cualquiera de estos géneros se considera una rara avis. Y todavía más raro, el ensayo literario escrito por mujeres sobre poesía tabasqueña.

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  • Por eso sorprende y se agradece la presencia del libro colectivo “Yo iba a decir algo… Mujeres que leen a José Carlos Becerra”, que reúne textos de M. Sareyni López, Jessica Piedras y Sara Rivera López, quienes proponen sendas revisiones sobre la poética de quien tomó lugar en la historia de la literatura mexicana con un solo libro: “El otoño recorre las islas”.

UNA DÉCADA FRUCTÍFERA

  • M. Sareyni López señala la nostalgia de la mujer en la poesía becerriana, Jessica Piedras aborda la figura del poeta en permanente condición de fuga, en tanto que Sara Rivera López se detiene en dos de los ejes temáticos: la belleza y la melancolía. En conjunto, nos devuelven la mirada renovada sobre la obra de este autor precoz pero contundente que acaparó y mantiene la atención con su trabajo realizado en menos de diez años.
  • El poeta mexicano José Carlos Becerra es uno de esos clásicos siempre nuevo con un solo libro. Tiene presencia fija en la literatura nacional y es querencia permanente de la literatura hecha en Tabasco, el terruño donde nació el 21 de mayo de 1936, en Villahermosa, y fallece a los treinta y cuatro años un 27 de mayo pero de 1970 mientras realizaba un viaje por Europa, y sus restos son devueltos y sepultados en el panteón central de la misma ciudad natal. De ahí que se diga que febrero es para Pellicer -su amigo y maestro- y mayo para el autor del poemario “La venta”.  
  • Además de Pellicer, fue amigo de Juan José Arreola, José Emilio Pacheco, y recibió la admiración de escritores como Octavio Paz y Fernando del Paso. Construyó poderosas imágenes que se quedan clavadas de manera permanente en la memoria como “los ahogados”, esa fotografía junto a un tulipán, la lluvia sobre la tumba de su madre y un Batman patético sobre una ciudad en ruinas.

Becerra recibió la beca de la Fundación Guggenheim, una distinción que solo han recibido dos autores tabasqueños, él y la fotógrafa Yolanda Andrade. Nos dejó el libro “El otoño recorre las Islas”, obra poética que reúne todo sus poemarios escritos entre 1961-1970.

Pero hasta ahora, salvo por la novela “La mañana debe seguir gris”, homenaje memorioso de Silvia Molina, Becerra ha sido -figura y obra- en su mayoría territorio dominado por sus congéneres hombres.

  • De ahí que, la visión que aportan M. Sareyni López, Jessica Piedras y Sara Rivera López en el impreso colectivo como “Yo iba a decir algo…” (Secretaría de Cultura de Tabasco, 2020. Colección Literatura Serie varia – Julio Torri), resulta no solo novedosa sino necesaria para acercarse desde otras perspectivas a ese “cuerpo de palabras”. Solo una es tabasqueña pero el libro es parte del patrimonio literario local.
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NOSTALGIA Y FASCINACIÓN 

“En el corpus de la poesía becerriana la nostalgia lleva la forma evocativa de lo femenino, es la presencia de la mujer lo que envuelve como constante su obra” pero es una presencia de formas, recuerdos y diálogos sin nombre, dice M. Sareyni López quien aporta el ensayo más extenso donde propone esa nostalgia de lo femenino como una “fascinación del enigma”.

Sareyni López, con licenciatura en Historia por la UJAT, destaca la destreza intencional y versística del poeta, el suyo es un ensayo de una profesional del análisis técnico, pero que no se olvida del lector bisoño, y de seguro ofrecerá nuevos textos de otros calibres:

“En el corpus de la poesía becerriana la nostalgia lleva la forma evocativa de lo femenino, es la presencia de la mujer lo que envuelve como constante su obra” pero es una presencia de formas, recuerdos y diálogos sin nombre, dice M. Sareyni López quien aporta el ensayo más extenso donde propone esa nostalgia de lo femenino como una “fascinación del enigma”.

ESCAPISTA, FUGITIVO

Jessica Piedras, con licenciatura de periodismo por la UAM, presenta al poeta escapista, un hombre en disposición constante de performance, el fugitivo constante por inconformidad:

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“José Carlos Becerra admite ser, en su versos, como muchos somos, fugitivos intermitentes. Huía de sí mismo sabiendo que en el fondo no podría hacerlo. El poeta huye, el poeta verdadero se siente falso ante el aplauso y es sin duda un tigre ante un juego de cristales desafiándole diariamente. Para poder escribir hay que fugarse de sí, hay que largarse por instantes para poder ser otro, ver de otra forma, estar en otra parte”.

Cierra el libro Sara Rivera López quien propone el texto “José Carlos Becerra: porque la belleza no puede esperar. La doctora en Ciencias y Humanidades por la UAM, propone en su apertura:

“La belleza es un elementos estructural en la poética de José Carlos Becerra. Es nombrada a lo largo de su obra y se encuentra asociada a otro pilar temático en su faceta más honda: la melancolía. Dice el poeta que ‘La melancolía es más hermosa que una columna griega’”. “Yo iba a decir algo… Mujeres que leen a José Carlos Becerra” es la apuesta de nueva lectura de un clásico tabasqueño que ya va por el medio siglo de ausencia, pero tiene sin embargo la misma suerte que muchos de los libros publicados en Tabasco, no se distribuye y no se visibiliza como debiera. Ojalá tenga mejor suerte y sea leído por otros y otras jóvenes escritores. ¡Becerra Forever!



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