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La ciencia avanza sin límites, según el ganador del premio FIL
LA CIENCIA NO ESPERA A NADIE
"Ni siquiera si el mayor genio dejara de trabajar se frenaría el avance científico", afirmó el escritor libanés Amin Maalouf ante mil jóvenes reunidos ayer en la FIL Guadalajara.
Con su estilo suave y reflexivo, Maalouf compartió que vivimos un momento histórico: por primera vez, la humanidad tiene la posibilidad real de resolver los grandes problemas que la han acompañado durante milenios.
Habló de sus inspiraciones, de la empatía como vía para afrontar desafíos colectivos e individuales, y respondió preguntas sobre los bloqueos creativos —que considera imaginarios—, la migración y su país, Líbano.
A mitad del encuentro, el ganador del Premio FIL en Lenguas Romances 2025 centró su atención en uno de sus temas esenciales: el rápido avance de la ciencia y la tecnología.
"Progresan mucho más rápido que nuestras mentalidades, y ese será el mayor reto de las próximas décadas", señaló.
Para él, la clave está en orientar ese progreso: la inteligencia artificial debe servir al ser humano, no dominarlo; y la biotecnología podría ser la vía para erradicar enfermedades y aliviar problemas asociados al envejecimiento.
Aseguró que hoy es posible eliminar la pobreza y muchas enfermedades, y que disponer de más años de vida gracias a la ciencia debería impulsarnos a resolver los grandes desafíos globales.
- Confía en que es posible porque se trata de una cuestión de supervivencia:
"Lo que está a favor de la vida es mucho más poderoso que lo que sólo beneficia a unos pocos".
Maalouf insistió en que el avance científico es un movimiento imparable, independiente de las decisiones individuales.
"Si el más sabio del planeta renunciara mañana, otros continuarían su labor. Nada puede detener el desarrollo científico y tecnológico, que cada vez se acelera más, especialmente en los últimos 20 años".
En contraste, explicó, las sociedades no evolucionan de manera lineal: la historia avanza y retrocede, como un zigzag.
Luego pidió lucidez: a pesar del enorme potencial tecnológico, con frecuencia se utiliza para avivar conflictos de larga data, como un poder extraordinario dirigido contra el vecino.
"Mi obligación es darles esperanza, pero también ser honesto: vivimos tiempos difíciles y necesitamos claridad. No podemos caminar con los ojos cerrados."
Tenemos la capacidad de orientar al mundo hacia el bien, no hacia el mal.
Ante una pregunta sobre las similitudes entre 1984 de Orwell y la tecnología actual empleada con fines contrarios al bien común, Maalouf destacó que la novela es profundamente relevante hoy.
Sin embargo, aclaró que, a diferencia del régimen totalitario imaginado por Orwell, la "tiranía" actual no proviene de un poder único, sino de una realidad sin un control centralizado.

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