Carece México de protección oficial a la riqueza lingüística

Afirma Cocom Pech, premio internacional de Literaturas Indígenas

Carece México de protección oficial a la riqueza lingüística
  • El pasado 20 de febrero acudí al Senado de la República para participar en el Foro: 20 años la Ley General de los Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas en México. Coincidí, entre otras ideas, con lo que expusieron el Dr. Francisco Barriga y la Dra. Olga Pellicer de que en nuestro país no hay una política de estado en materia lingüística”, afirma contundente Jorge Miguel Cocom Pech, profesor normalista, poeta y ganador del Premio Internacional de Literaturas Indígenas de América. 

Cocom Pech, quien en noviembre pasado estuviera como invitado en la Universidad Estatal de Rusia de Humanidades con motivo del homenaje a Yuri Knórozov, descubridor del método que hizo posible el desciframiento de la escritura maya antigua, afirma que si en el país existiera una política de Estado en materia lingüística, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI), sería el rector. 

“Creímos que este gobierno iba a darle un cambio importante al INALI, pero no, al gobierno no le interesa mejorar las condiciones materiales para el desarrollo y la salvaguarda de las lenguas en México”, afirma categórico el autor del libro Secretos de un abuelo Maya, obra traducida a varios idiomas.

Lo de “Primero los pobres” no deja de ser, para el maestro Cocom Pech quien, además, fue nombrado Poeta del Año en The America’s Poetry Festival por el Instituto Cervantes de Nueva York, una frase demagógica.

“Durante los últimos cuatro años el presupuesto destinado al INALI ha disminuido sustancialmente. Y son los pobres, los grupos más pobres de México, que viven en los lugares más apartados del país, en su mayoría campesinos, los que mantienen vivas las lenguas de México”, concluye el oriundo de Calkiní, Campeche.
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ESCUCHAR, LEER, VIVIR 

Sobre sus inicios en la escritura y su consolidación como escritor, el maestro Jorge Miguel nos ha contado:

“Primero, antes de leer, fui un gran escucha. Los abuelos, nuestros mayores, nos platicaban relatos, leyendas y con eso nos entretenían. En la época de la canícula, cuando hace un calor infernal, nos metíamos a unas cuevas para hacer artesanías. Ahí, bien lo recuerdo, doña Mila Puc, una vecina que vivía por la calle 16, casi enfrente de Loli Pat, empezó a relatarnos cuentos, historias que después yo me encontré en el Popol Vuh. En nuestra tradición el Popol Vuh estaba en la oralidad”, relata, alegre.

Cocom Pech, afirma, que cuando se fue dando cuenta que lo que platicaba doña Mila estaba en el Popul Vuh, descubrió que ellos lo tenían de manera viva.

“Antes de ser lectores, nuestros mayores nos escribieron las historias, las leyendas en los oídos”, agrega.

Rememora sus días en la primaria y sus primeras lecturas en el libro “La nueva senda”. Luego, ya en sexto grado, “Cultura y espíritu” de Fernández Editores. 

  • En la secundaria, recuerda quien, igual, ha sido merecedor del Gran Premio Internacional de Poesía 2005, otorgado por la Academia Oriente - Occidente de Rumanía, llevábamos un libro de español, ese lo escribió Rosario María Gutiérrez Eskildsen. En ese libro había dos cosas que nunca se me olvidaron; el poema Ternura, escrito por Gabriela Mistral, premio nobel chilena. Y una historia, también, de un maestro que daba clases en las montañas del sur de México. Ese maestro tenía un loro que lo acompañaba todos los días a dar clases, a la hora de recreo el maestro le abría la jaula, cuando volvían de recreo, él volvía a la jaula. Pero un día el loro salió como siempre, hubo un escándalo afuera, los chamacos estaban peleándose, cuando salió el maestro, el loro probó sus alas y se fue; voló. 

La historia del perico culmina, de acuerdo al relato del maestro Jorge Miguel, cuando aquel profesor dueño del loro fugitivo, pasó por un bosque y escuchó un repaso de vocales. Grande fue su sorpresa al descubrir que era su cotorro quien, siguiendo su ejemplo, enseñaba a los loros del bosque.

“Estas lecturas me ayudaron mucho, para que más adelante me hiciera lector”, confiesa.



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