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La relación entre creador y criatura en la nueva película de Guillermo del Toro
GUILLERMO DEL TORO REIMAGINA FRANKENSTEIN
En su nueva película para Netflix, Guillermo del Toro retoma el mito de Frankenstein de Mary Shelley desde una perspectiva más íntima y humana: la relación entre creador y criatura, padre e hijo.
Protagonizada por Jacob Elordi, Oscar Isaac, Mia Goth y Christoph Waltz, la cinta llega hoy a salas selectas en México y estará disponible en la plataforma de streaming a partir del 7 de noviembre.
- Para del Toro, la historia no solo aborda el horror, sino también la experiencia universal de la paternidad.
“Existe una dualidad entre creador y criatura. ¿Es Víctor realmente el monstruo? Hay un juego de espejos: paternidades imperfectas, hijos imperfectos”, señaló el cineasta en entrevista. La criatura representa al hijo que busca comprender a su creador, mientras Víctor simboliza al padre que teme no saber cuidar lo que ha dado vida.
Esta reflexión sobre la paternidad no es nueva en su filmografía. En Pinocho, La forma del agua y otras películas, del Toro ha explorado cómo los creadores enfrentan la complejidad de acompañar a un ser que no comprenden del todo.
Sus “monstruos” son reflejos de distintas etapas de su vida: incomprendidos, sensibles y capaces de enseñarnos sobre empatía, aceptación y perdón.
“Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y la mayoría del daño lo provocamos por nuestra percepción”, afirma.
- Del Toro confiesa que en Frankenstein encontró un espejo doble: la criatura representa su yo más íntimo, mientras Víctor refleja la figura del padre que intenta ser.
La película muestra que ser padre implica acompañar y dejar ir, aceptar la independencia del hijo y enfrentar errores, más allá de la mera creación de vida.
El director describe el proceso de hacer la película como un aprendizaje personal: “Fue doloroso, pero necesario. La historia habla de soltar y perdonar. Llevar a la criatura de la infancia a la edad adulta es un acto consciente de libertad, un gesto de amor y responsabilidad”.
Desde su debut con Cronos, del Toro ha usado la monstruosidad como metáfora de lo humano. Sus criaturas no son amenazas, sino espejos que nos muestran la complejidad de las emociones, la inocencia, el amor y la resistencia ante la adversidad.
En Frankenstein, esta filosofía se profundiza al explorar la paternidad y la imperfección humana como eje central de la narrativa.
Con esta propuesta, Guillermo del Toro combina el mito clásico con su experiencia personal, ofreciendo una historia que trasciende el terror para convertirse en una reflexión sobre la vida, el amor, la responsabilidad y la capacidad de perdonar.

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