NOTICIAS
MÉXICO
“Nos tratan como animales y no como personas valiosas”, jornaleros indígenas pasan penurias en Guerrero
La pandemia de COVID-19 agravó la migración de campesinos del empobrecido estado de Guerrero hacia el centro y norte del país para trabajar de jornaleros, un fenómeno social que antes era de temporada y ahora se ha vuelto casi permanente, dejando prácticamente vacías comunidades rurales de la región.
En sus lugares de destino, los jornaleros —en su mayoría indígenas— pasan cada vez más penurias mientras buscan prosperar en regiones alejadas de su tierra natal.
Su situación no es mejor que en los campos de cosecha de sus pueblos, pero se ven empujados a viajar por falta de recursos económicos en las comunidades de Guerrero y de apoyos federales, según denuncian.
“Nos tratan como animales y no como personas valiosas”, dijo a Efe un jornalero quien prefirió guardar el anonimato por seguridad.
Al aceptar trabajar en alguno de los campos, las familias son sometidas a reglas estrictas que en caso de romperlas pueden costarles el despido.
Y además deben de pagar unos mil 200 pesos o más para el transporte desde sus lugares de origen.
Por teléfono, el hombre, de 53 años, explicó que se encuentra desde hace unos meses laborando entre los estados de Sonora y de Guanajuato.
Denunció incluso haber sido multado con unos 200 pesos por sus patrones si sale sin permiso de los campos, siendo despedido sin motivo de algunos empleos en los que ha trabajado a lo largo de casi un lustro.
Pero el principal reproche de este hombre es para los gobernantes locales y estatales, así como por los organismos de derechos humanos, alegando que no se “interesan” por su situación.
De acuerdo con los registros del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y del Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña, antes del coronavirus la temporada anual de exportación de mano de obra era de septiembre a enero y sumaba a entre 7 mil y 8 mil personas de todas las edades.
Para 2020, según sus recuentos, la cifra se disparó arriba de los 15 mil indígenas que emigraban por trabajo.
n el campo, detalló el jornalero de 53 años, ellos mismos se hacen cargo de sus gastos médicos y alimentación.
Indicó que las jornadas laborales llegan a ser de hasta 10 horas y por cada una ganan 25 pesos en promedio, aunque en algunos campos les pagan más.
En otros casos, ganan por caja recolectada. Pero, incluso en esto hay limitaciones. Si se supera el máximo permitido, pueden ser penalizados con un día sin trabajar.
Los contratos son de 3 a 8 meses. “Depende de cómo te portes”, dijo el hombre, temeroso de recibir represalias de sus jefes.
El jornalero contó que durante la temporada de lluvias “sufren demasiado” porque incluso con tormentas siguen con las cosechas sin descanso, y si faltan un día los castigan otros dos.
“Hasta me dan ganas de llorar por la gente. Nos la pasamos lloviendo y trabajando y no hay descanso”, lamentó el hombre, antes de pedir una vez más apoyo de las autoridades.
Te puede interesar: Querétaro cesa a 2 funcionarios por violencia en La Corregidora
DEJA UN COMENTARIO