Pierde un ojo tras cirugía de campaña de Cinépolis

Fundación Cinépolis contrató en 2015 al Instituto de Salud Visual para que operara a adultos mayores que padecían cataratas; hasta ahora, en 50 casos las personas perdieron la vista e incluso les extirparon un ojo. Los médicos responsables, prófugos

Cada noche, Hortensia le pide a Dios más luz para iluminar la visión de su ojo izquierdo, el único que aún le permite hacer una vida relativamente normal.

Pierde un ojo tras cirugía de campaña de Cinépolis

La mujer, de frágil constitución, desearía seguir trabajando para sentirse útil y viva. Desearía abandonar la mitad de las sombras. Nacida en Yucatán hace 67 años y radicada en Isla Mujeres desde 1975, Hortensia Tepal Puc, hizo de todo en ese trocito de Quintana Roo, rodeado de agua.

Doña Tenchita, como la conocen sus vecinos de la calle de Jurel, en la colonia La Gloria, trabajó en el ferry, que cruza de Cancún a la isla y viceversa; se empleó en restaurantes, en una empacadora, fue cerillito y tejía hamacas. Tuvo hijos que viven en Mérida y la visitan poco.

A partir de la operación la vida le dio un vuelco. Dos años después sigue sin aceptar lo que pasó, se pregunta por qué le ocurrió a ella y añora la época en que veía a plenitud.

“Casi no lo acepto. A veces lo pienso de noche, le pido a Dios: ‘Ayúdame Padre, ayúdame con mis ojos. Lo que haga falta en este ojo que no veo, que yo vea más luz en el ojo donde yo veo’. Es muy feo. No estoy igual, como antes”, lamenta la mujer.

Cinépolis, implicado

Personal del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) llegaron a la isla para revisar a quienes tenían afecciones visuales y les canalizaron al instituto en Cancún.

“Vayan, vayan en el Isvi [Instituto de Salud Visual] y nos dieron la dirección y tuvimos que ir allá para que nos operaran”, narró.

El Instituto de Salud Visual había sido contratado por la Fundación Cinépolis como parte del programa Del amor nace la vista, cuya misión es devolver la vista a personas con ceguera por cataratas.

La primera operación de Tenchita, como le dicen de cariño, fue el 29 de septiembre de 2015. La cirugía era para retirarle la carnosidad del ojo derecho y que la hacía ver con dificultad. Un mes después regresó para ser intervenida por diagnóstico de cataratas y ahí comenzó su infierno

“Perdí el ojo. Me operaron y lo perdí porque se infectó. Me lavaron cuatro veces mis ojos, casi diario me pinchaban el ojo y dolía mucho; es un sufrimiento horrible.

“Después que el doctor dijo:‘Ya no va a ver, ya perdió el ojo’, se preocuparon, me llevaron allá a que me operaran otra vez y cuando me quitaron el negrito del ojo, el mismo doctor lo pagó en otra clínica. El que hizo el daño de mis ojos, él pagó, no sé cuánto le cobraron para que me cortaron el ‘niño’ de mi ojo”.

Ricardo, familiar de Hortensia y quien prácticamente se hace cargo de ella, precisó que el propio médico se comunicó con ellos para decirles que algo no estaba bien, por lo que fue necesaria una tercer cirugía —solventada por el doctor del Isvi— para retirar el ojo, ya que la magnitud de la infección podía extenderse hacia el cerebro y comprometer su vida.

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