Putin, Trump y Xi Jinping: ausencias destacadas en la cumbre del G20

EL TABLERO MUNDIAL CAMBIA: XI GANA TERRENO, TRUMP RETROCEDE Y PUTIN SE AFERRA AL PODER

Donald Trump bromeó recientemente al afirmar que "nunca había visto hombres tan asustados", en referencia al temor que, según él, provoca Xi Jinping entre los miembros de su comitiva. Incluso comentó en tono irónico que le gustaría que su propio gabinete actuara con ese mismo nivel de disciplina.

El retorno de Trump a la presidencia de Estados Unidos simboliza, para muchos, un repunte del estilo de liderazgo autoritario en la escena global. Las reuniones entre mandatarios con posturas duras están influyendo cada vez más en la política internacional, mientras que encuentros multilaterales como la ONU, el G20 o la COP pierden relevancia.

De hecho, tanto Trump como Xi decidieron no asistir al más reciente G20 en Sudáfrica, donde habrían tenido que compartir protagonismo con líderes de países menores. Mohammed bin Salman y Vladimir Putin también se ausentaron.

Aunque Putin enfrenta restricciones para viajar, ha aprovechado este año para participar en cumbres informales que le permiten presentarse aún como un líder influyente. Se reunió con Narendra Modi en Nueva Delhi, visitó Beijing para encuentros con Xi y Kim Jong-un, y también tuvo una reunión con Trump en Alaska.

Sin embargo, su capacidad de proyectarse como jefe de una potencia mundial se ha debilitado: la guerra en Ucrania sigue estancada y su economía depende crecientemente de China.

A diferencia de Putin, Trump y Xi encabezan países con suficiente peso económico para respaldar su estilo confrontativo. Trump continúa buscando reconocimiento internacional, incluso promoviendo su candidatura al Nobel de la Paz, a la vez que toma decisiones militares —como el bombardeo de Irán en junio— y mantiene amenazas contra Venezuela.

No obstante, su fortaleza interna se ha visto afectada. El Partido Republicano sufrió derrotas recientes en varios estados y las encuestas muestran una ventaja demócrata de cinco puntos rumbo a las elecciones legislativas del próximo año.

Esta pérdida de apoyo podría explicar por qué legisladores republicanos decidieron enfrentarlo impulsando la publicación de los archivos del caso Jeffrey Epstein, una revelación que el presidente no pudo frenar pese a meses de intentos.

• Mientras tanto, Xi cierra 2025 con una posición fortalecida. Superó los efectos internos y externos de la pandemia, contuvo cualquier exigencia internacional de responsabilidad hacia China y respondió con firmeza a la guerra comercial con Estados Unidos, usando su influencia en el mercado de minerales críticos para presionar a Washington. 

Esta ventaja también podría influir en un eventual conflicto por Taiwán. La postura más agresiva de Beijing hacia la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, es un ejemplo reciente.

Xi también destaca por su capacidad para proyectar un poder casi absoluto dentro de China: controla el parlamento, el sistema judicial y los medios. Sin embargo, detrás de esa imagen de estabilidad persisten señales de tensión, visibles en las constantes purgas de altos funcionarios y militares, incluidas figuras de primer nivel.

Esto revela, ya sea paranoia política o corrupción persistente, una realidad muy distinta a la narrativa oficial.

En contraste, el sistema estadounidense continúa poniendo límites a Trump: su intento de encarcelar al exdirector del FBI James Comey fue desestimado por los tribunales, lo que demuestra que las instituciones aún pueden frenar al presidente.

La nota concluye recordando que, aunque Trump admire el control férreo de Xi sobre sus subordinados, un mandatario rodeado de funcionarios aterrorizados no es una señal saludable para ningún país.