Lección de la pandemia: El COVID nos mostró el rostro inhumano

La parálisis mundial puso en entredicho los paradigmas, los dogmas económicos

Al igual que la segunda guerra, la pandemia, la parálisis mundial derivada de ella, no sólo ha desquiciado a la economía mundial sino que además ha puesto en entredicho los paradigmas, los dogmas económicos en que está sustentado el capitalismo mundial.

Lección de la pandemia: El COVID nos mostró el rostro inhumano

Es irracional, absurdo, que ese aparato económico necesite de la guerra bajo cualquier pretexto y de la industria armamentista para poder activarse. Armamentismo donde se gastan y han gastado miles de billones de dólares para matar pueblos; son dineros que bien podrían destinarse para la alimentación, la salud de la humanidad y la conservación de la vida del planeta. Además se ha creado una enorme sociedad de consumo que inventa nuevas mercancías y crea a sus consumidores, y todo para alimentar al insaciable y patológico espíritu de lucro con el fin de mantener vivo el eterno y sagrado dogma de los dueños del dinero: la tasa de ganancia. Todo ello en una lógica de crecer por crecer hasta el fin de los tiempos. 

EL CAPITALISMO AL DESNUDO

Esta pandemia nos mostró de manera descarnada y sin velos el rostro inhumano, anti vida, egoísta, insensible y cruel del capitalismo mundial. Esta pandemia puso aún más en evidencia que el aparato económico mundial no está hecho para proteger la vida de la humanidad y atender a las necesidades de la especie. La pandemia mundial nos abrió aún más los ojos, hizo más evidente que ese aparato sólo tiene como meta el dinero, que sólo lo mueve el espíritu de lucro y que sólo atiende a aquellos seres humanos que tienen dinero para pagar y los que no tienen: ¡que se mueran! En la vida cotidiana, en los días “normales”, pasa desapercibido el hecho de que ese aparato económico no atiende a las necesidades de un individuo aislado y de una familia sola e insignificante si no tienen dinero; con la pandemia sí se hizo evidente que ese aparato dejó de atender a miles de millones de terrícolas porque en esas magnitudes el egoísmo del capital no puede ocultarse. Entonces la pandemia ha puesto en evidencia que algo anda mal.

Es necesario que los líderes políticos y religiosos en el mundo, así como los dueños del dinero, acuerden un Nuevo Orden Internacional que tenga como meta la humanidad y la vida toda del planeta. Parafraseando a Schumacher, en su libro “Lo pequeño es Hermoso” el planeta Tierra es nuestro único hogar, y es como una nave sideral en la que todos los terrícolas vamos viajando por el Universo, nave que por desgracia vamos saboteando. De persistir con esa labor de sabotaje nos quedaremos sin hogar. Si no ponemos un alto a esa labor autodestructiva, la vida en el planeta Tierra y el planeta mismo tienen sus días contados. 

Para darle fuerza a mis inquietudes y a mi propuesta, que algunos calificaran de ilusas, me apoyo en la autoridad moral del Papa Francisco a quien considero un gran ser humano de bien, hombre sabio y pleno de amor por la vida de todos. Para ello transcribo el mensaje que dio a los miembros de la European House Ambrosetti el pasado 7 de septiembre. Y transcribo la nota tal y como la destacó la agencia Reuters:

El Papa pide cambiar los modelos económicos que idolatran el dinero y el poder. 

La pandemia de coronavirus ha “derribado los pilares inestables” de un modelo económico mundial construido sobre la idolatría del dinero y la dominación de los ricos y poderosos, dijo este viernes el papa Francisco en un mensaje a líderes de todo el planeta, emitido desde Ciudad del Vaticano. 

En su mensaje a los participantes en el taller anual European House-Ambrosetti, que reúne a unos 200 directivos de alto rango, economistas y políticos de todo el mundo, Francisco pidió nuevos modelos que sean más inclusivos y reduzcan la desigualdad social. 

También instó a “una reorganización ecológica” de la economía para salvar el medioambiente y reducir el consumo derrochador. 

La pandemia ha puesto en duda la escala de valores que coloca al dinero y al poder sobre todo lo demás”, dijo el sumo pontífice. 

La economía debe ser la expresión de una sociedad que “se niega a sacrificar la dignidad humana a los ídolos de las finanzas y utilice los recursos financieros no para dominar, sino para servir”, añadió. 

Se cree que Francisco, quien ha dicho que cualquier eventual vacuna COVID-19 no debe ser acaparada por los países ricos, está preparando una encíclica, la forma más elevada de comunicación papal, sobre cómo debe reorganizarse el mundo. 

Hasta aquí la nota de Reuters. 

UN MUNDO MÁS SOLIDARIO

Para darle mayor fuerza a mis inquietudes y a mi propuesta me apoyo también en las propuestas que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hizo en la pasada reunión digital del Grupo de los 20 (G-20) de la ONU. 

Dijo que: La salud debe ser un derecho fundamental y que el Estado tiene que garantizar la salud, haciendo a un lado el afán de lucro. En ese sentido aseguró que las vacunas y las medicinas deben ser gratuitas y de aplicación universal. 

En esa reunión se destacó que para superar la pandemia y la crisis económica los países del G-20 ya han gastado 21 mil millones de dólares para combatir el coronavirus y además han movilizado 11 (once) billones de dólares para salvar a la economía mundial. En una carta, varios líderes instaron además a los países del G-20 a que ayuden a llenar el hueco de 4 mil 500 millones de dólares en el fondo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dedicados a distribuir las vacunas contra el coronavirus. Estos esfuerzos nos dicen que la difícil realidad surgida con la pandemia nos exige crear un mundo más solidario por encima de fronteras, ideologías, religiones, razas, nacionalismos y gobiernos.

 Si alguien me califica de ingenuo y soñador no me interesa, ni me afecta. Y si alguien califica mis propuestas de ilusas e imposibles de lograr, yo estoy seguro de que los días por venir me darán la razón aunque ya no esté vivo para verlo. En los días violentos de aquel histórico mayo de 1968 en París los jóvenes franceses usaban como consigna la siguiente frase: “Seamos realistas, pidamos lo imposible”.



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