Elecciones en el STPRM en tiempos de la 4T; un sindicato que se resiste a la democracia
Elecciones en el STPRM en tiempos de la 4T; un sindicato que se resiste a la democracia
*Aplazadas con cualquier pretexto, llegó el tiempo de votaciones
*No hubo golpe similar al de La Quina; resistencias y cambios
*Medio siglo de la librería Gandhi; un lector y su vocación
APLAZADA una y otra vez, la elección de la nueva dirigencia del sindicato petrolero puede convertirse este año en un hecho histórico. Constituido oficialmente en 1935 aunque con antecedentes de principios de ese siglo, tuvo una participación determinante en la expropiación petrolera, aunque lamentablemente después fue copado por un pequeño (y violento) grupo que se transmitió el poder por medios autoritarios y cerrados.
En octubre de 2019 Carlos Romero Deschamps fue orillado a dejar la dirigencia que detentaba desde hacía 26 años; en mayo de este 2021 se formalizó su retiro como trabajador, cobrando su primer cheque como jubilado. Sus seguidores han buscado por todos los medios de evitar que por medio del voto libre y secreto los trabajadores elijan a sus representantes.
El viernes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador se refirió a este complejo tema sugiriendo que el voto para la nueva dirigencia sea a través de una aplicación electrónica, de esta manera, dijo, se podrían garantizar elecciones limpias y libres.
Recordó AMLO que la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, está encargada de vigilar que de acuerdo a la nueva reforma laboral las elecciones sean democráticas. En esta cuestión se involucra también la Secretaría de Gobernación.
AMLO: LA OTRA VÍA
DESDE el cambio de régimen y la interrupción del relevo PRI-PAN en la Presidencia, con la llegada de López Obrador, se especuló sobre la suerte que tendrían los viejos caciques sindicales. A Elba Esther Gordillo, lideresa del sindicato de maestros, no le fue tan mal; encarcelada por Peña Nieto, fue liberada. Para el sindicato petrolero se recordó aquella acción político-militar que derrocó a Joaquín Hernández Galicia (La Quina), en una operación ordenada por Carlos Salinas de Gortari, que sólo cambió un cacicazgo por otro. Sustituida por Salvador Barragán Camacho, la jefatura sindical petrolera pasó luego a Romero Deschamps, quien dicho sea de paso también se eternizo en los cargos legislativos. La impunidad en su máxima expresión.
López Obrador prefirió una vía distinta, sin sobresaltos y menos espectacular para desplazar a la vieja estructura corporativa en el STPRM. Los integrantes de la llamada “mafia petrolera” mantienen el amago de afectar los planes de recuperación de la industria nacional, porque mucho se beneficiaron de los planes de privatización. Ganan tiempo esperando que otro gobierno les permita seguir enquistados en un sector en el que aplicaron un esquema de expropiación.
Las elecciones en el sindicato petrolero serán este año. Han levantado la mano seguidores de Romero Deschamps como el priista Pecero, pero también representantes diversos grupos algunos identificados con Morena, como la senadora Cecilia Sánchez. Pero hay más…
AMISTADES, LIBROS, RECUERDOS
He leído un excelente y evocador texto de Juan Villoro sobre la librería Gandhi y Mauricio Achar, fundador de una de las experiencias más enriquecedoras para varias generaciones: la puesta de libros al alcance de las manos (El vagón infinito, diario Reforma). El 24 de junio se cumplieron 50 años de su establecimiento.
Esta historia contada por Villoro me recordó otra más entrañable y cercana. Conocí y cultivé amistad con Lácides García Detjen (más correcto, la cultivamos), quien entre muchas otras vivencias me contó que siendo estudiante recientemente llegado a la Ciudad de México desde Colombia, pasaba algunas horas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Por supuesto que tenía forzosamente que aterrizar en alguna de las disputadas mesas del pequeño restaurante-cafetería de esa bulliciosa escuela donde confluían maestros, escritores, teatreros, pintores, aspirantes a todo y a nada.
Un día, cuando como de costumbre todas las mesas estaban ocupadas, Lácides se despachaba en un pequeño tablero de cuatro patas para él sólo. Tomaba su riguroso café y leía, siempre leía, un libro, un periódico, una revista. Se acercó una persona con su charola de servicio y le pidió permiso para sentarse. Una vez entablada la conversación, porque nuestro amigo no podía estar sin interesarse por el otro, por los otros, la plática derivó en la lectura, en la literatura latinoamericana y más extensamente en los autores colombianos. Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo, Álvaro Mutis, y un largo etcétera que impresionó a su huésped ocasional. Éste indagó sobre Lácides, por qué conocía tanto de escritores, su gusto por la lectura. Resultó que el acompañante era nada menos que Sealtiel Alatriste, editor, escritor, promotor cultural. Claro, en aquel tiempo Sealtiel todavía era un entusiasta estudiante y aún la faltaba para ser el famosos novelista. Le comentó a Lácides que en la Librería Gandhi podía contratarse como lector, ya que Achar tenía un sistema que entregaba al juicio de lectores seleccionados los libros que le ofrecían a consignación. Dependiendo de la calificación que el libro en cuestión recibiera, era el número de ejemplares que el dueño de “La Gandhi” aceptaba poner en exhibición.
Le comenté cuando me compartió esa experiencia: “Muchos de los escritores famosos pasaron antes por el cedazo de tu paciente y dedicada lectura …y también con seguridad no salvaste de otros que no merecían un sitio en la Gandhi”. Se rió a su manera franca y modesta. Yo también, porque en realidad fueron pocos los libros que pude comprar en la librería de Achar, pero siempre fue un gusto pasearse entre las mesas y los estantes. (vmsamano@hotmail.com)