15 de septiembre: De “los de arriba y los de abajo”, a una verdadera Transformación

15 de septiembre: De “los de arriba y los de abajo”, a una verdadera Transformación

Exactamente hace 18 años llegué a esta bendita tierra, un 15 de septiembre de 2001…que también era sábado. Tenía que presentar mi acreditación como corresponsal en Tabasco del diario Milenio nacional y ya no daba tiempo a ese tipo de trámites por ser festivo por lo que unos amigos me propusieron que aprovechara el fin de semana para conocer el territorio y a sus habitantes y, por supuesto, para celebrar las fiestas patrias. Y en esa noche me llevaron a plaza de Armas por primera vez. El jolgorio y la bulla eran perfectos para adaptarme a la que a partir de entonces sería mi nueva familia tabasqueña y me dispuse a celebrar y a convivir con el pueblo y la gente. En cierto momento pensé que el gobernador estaba a unos metros, en palacio de Gobierno y que, aunque en la semana siguiente le entregaría protocolariamente mis acreditaciones, tal vez podría llegar a presentarme para saludarle de modo informal. Y me encontré con un muro de policías, que me miraban como si fuera un bicho raro llegado desde otro planeta, y que por supuesto ni siquiera atendieron a lo que les estaba diciendo, negándose a buscar a alguien responsable de Comunicación Social para comunicarle mis intenciones. Ahí me encontré a los dos Tabascos. Uno el de la plaza: Chocos alegres y dicharacheros disfrutando de la ciudadanía obtenida por la independencia y el otro, en el primer piso, por encima de la gente, del Palacio. Era la marca del régimen político de aquel entonces. Una forma de actuar heredada que, en si misma, marcaba la discriminación. Clase política arriba y pueblo humilde abajo. Sin mezclarse. Pasaron varios gobernadores que no cambiaron nada de aquel protocolo de actuación e incluso alguno que otro convirtió aquel evento en algo para privilegiados, funcionarios de gobierno y sus amigos más allegados, ah y sus esposas (punto importantísimo) que presumían su invitación a celebrar los 15 de septiembre en la sede del poder ejecutivo, como si fuera un título de nobleza y les diera una pátina de clase superior. Y con esas ridiculeces llegamos hasta este año, en el que el gobernador Adán Augusto ha decidido romper con ese tipo de exclusiones fuera de tiempo y ha organizado una ceremonia en la que el pueblo será el principal protagonista de la que nunca debió de dejar de ser su fiesta patria por antonomasia. El secretario de Gobierno, Marcos Rosendo, anunció un “cambio sustancial” para reforzar orgullo de la mexicanidad en los festejos del 209 aniversario del Grito de Independencia. No habrá bocadillos ni vinos para convivencia de funcionarios al interior de Palacio de Gobierno; todos celebrarán con la gente en verbena popular de Plaza de Armas. La instrucción del jefe del Ejecutivo, Adán Augusto López Hernández, es que nunca más haya mexicanos y tabasqueños de primera y de segunda”. No habrá vallas para ese pasillo tipo alfombra roja por el que funcionarios vestidos de gala ingresaban a Palacio de Gobierno, mientras el pueblo solo observaba, al interior de la sede del Poder Ejecutivo, tampoco se celebrará con vinos y bocadillos como se hacía en el pasado.  “El Gobernador estará junto con los integrantes del gabinete, conviviendo como todo tabasqueño, en la explanada de Plaza de Armas y cuando sea la hora subirá con los funcionarios que conforme al protocolo tengan que acompañarlo, al balcón para dar el Grito de Independencia”. Esto si es una Transformación.