2021: La disputa por el presupuesto /II y último

Sin duda, la alianza electoral entre el PRI, el PAN y el PRD, “Va por México”

Sin duda, la alianza electoral entre el PRI, el PAN y el PRD, “Va por México”, representa a los conservadores que pretenden reinstalar el sistema político, económico y social que fue rechazado contundentemente por los mexicanos en las elecciones de julio de 2018, esto es, el neoliberalismo.

Al momento “Va por México” no ha dado a conocer un proyecto alternativo, puros lugares comunes y una demagogia que por 36 años se aprovechó de la necesidad y la ignorancia de la población. Su estrategia esencial se basa en la descalificación del presidente AMLO, de las mañaneras y de sus posicionamientos con la pretendida idea de desgastar su imagen y credibilidad.

Pero aun con las crisis sanitaria y económica generada por la pandemia del coronavirus y el uso redundante de sus efectos negativos por parte de sus antagonistas, la mayoría de las encuestas reflejan que más del 60% aprueban al presidente AMLO.

Si creen que con sus golpes mediáticos van a lograr la mayoría en la Cámara de diputados federales para obstaculizar la buena marcha de la 4T, están muy equivocados. Si realmente quieren influir de manera importante en la distribución del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) y establecer así un contrapeso al Ejecutivo federal, primero deberán convencer a los potenciales electores de que las acciones de gobierno realizadas a partir del 1 de diciembre de 2018 no están en línea con la oferta política y los compromisos que ofreció durante su campaña.

En los dos años que van del gobierno morenista, la transformación sustantiva está a la vista de todos, en especial el compromiso que sin duda sumó múltiples votos y que está consignado en su lema: “Por el bien de todos, primero los pobres”.

Los cambios profundos realizados hasta ahora han puesto en su lugar a la tecnocracia neoliberal que servía a los de arriba, a una pequeña oligarquía que era la principal usufructuaria del PEF, de las grandes concesiones y de la condonación de impuestos, así como de políticas y regulaciones que fueron precarizando el trabajo e ingreso de los asalariados, polarizando a la sociedad y haciéndola cada vez más desigual.

El combate a la corrupción de a deveras y la austeridad republicana han generado en estos dos años de gobierno ahorros por más de un billón 500 mil millones de pesos. Se dice fácil, pero ningún gobierno neoliberal le entró al toro por los cuernos. Al contrario, le dio manga ancha a todo tipo de corrupción y excesos faraónicos de la alta burocracia.

La tecnocracia neoliberal mexicana encontró en el expresidente Carlos Salinas de Gortari al padre de las privatizaciones, las desregulaciones y el libre comercio, contando con la complicidad del afamado panista Diego Fernández de Ceballos (alias el jefe Diego) para aprobar la arquitectura legislativa que abrió las puertas del neoliberalismo y otorgar innumerables privilegios a un pequeño grupo de empresarios, a los medios de comunicación y, por supuesto, a la clase política priista y panista. Al final de este depredador y agobiante periodo neoliberal también se sumaron los perredistas mediante el Pacto por México, impulsado por Peña Nieto para abrir al mercado los bienes estratégicos de la nación: electricidad y petróleo.

Se empoderaron las reglas del mercado y se olvidaron del Estado y de su función social. Toda actividad económica era susceptible de ser privatizada. Lo público fue totalmente avasallado por lo privado. Sin embargo, crecimientos económicos mediocres de 2.2 por ciento anual, una profunda desigualdad social y el incontenible descontento de las mayorías empobrecidas dieron paso, a pesar de la manipulación electoral, a la gran transformación comandada por el presidente AMLO.

Hoy la alianza conservadora quiere sacarle todo el jugo electoral posible a las crisis sanitaria y económica provocadas por la pandemia del Covid-19, con críticas que a veces rayan en el absurdo al calificar al presidente AMLO de populista y autoritario. Ya nos comparan con Venezuela y ahora dicen que estamos a un paso de vivir la insurrección que se presentó con la toma violenta del Capitolio estadounidense, cuando es evidente que la actitud del presidente Donald Trump, fiel representante de la derecha radical, solo muestra la decadencia del neoliberalismo y la necesidad de construir un nuevo orden mundial, más igualitario.

La alianza “Va por México”, no ha entendido que el país lleva dos años avanzando en la transformación del régimen político, gracias a la decisión de la mayoría de las y los ciudadanos expresada en las urnas para otorgar la hegemonía política a la coalición “Juntos Haremos Historia”, con la finalidad de impulsar el bienestar de los mexicanos, muchos de los cuales fueron condenados a la pobreza, la migración, la economía informal o a engrosar las filas del crimen organizado por el neoliberalismo.  

Pretender la mayoría de los diputados federales en las elecciones de este año para darle un giro significativo al PEF y evitar que el presidente AMLO consolide la 4T, tiene poco futuro.