AALH: Lo del virus; Todo previsto con la debida antelación

Desde primeros de enero tuve que acudir al hospital Juan Graham a diagnóstico y tratamiento de una enfermedad respiratoria que me aqueja y que por cierto llevo bastante mal

Por una serie encadenada de circunstancias personales, desde primeros de enero tuve que acudir al hospital Juan Graham a diagnóstico y tratamiento de una enfermedad respiratoria que me aqueja y que por cierto llevo bastante mal. Los doctores que me atendían desde finales del año 2019, de repente, me pidieron que, en ciertas visitas, acudiera al módulo 5 y no al consultorio habitual que tienen asignado para ese tipo de padecimientos en otros espacios de la institución. Me sorprendió que el módulo 5 estaba prácticamente vacío de pacientes y por los pasillos solo circulaban muchos médicos, enfermeras y enfermeros, personal de limpieza y seguridad y poca cosa más. Entraban y salían por la puerta de proveedores cercana gran cantidad de cajas que, sin necesidad de ser abiertas, mostraban que su contenido era material nuevo, aunque indefinido el uso porque estaba empacado con cierta discreción y sin avisos de lo que se encontraba en su interior. Enfermos ni uno, excepto algunos despistados que, sin darse cuenta, habían llegado hasta allí porque se habían perdido en la telaraña del ese gran hospital al salir de los laboratorios por puertas equivocadas y de haber traspasado, sin quererlo, un control férreo de seguridad que impedía el tránsito a los visitantes en general. Como periodista muy observador y rápidamente veo la manera de hacer preguntas y cuestionar todo tipo de situaciones porque soy de natural inquieto y no me guardo nada. Cuando expresé mi cuestionamiento por el uso que se le daba al módulo 5, con cara de malas pulgas se me respondió que se estaba acondicionando para una nueva especialidad, que todavía no estaba funcional y que por eso no se encontraban pacientes. En realidad el espacio se estaba preparando para el Conavid 19 con mucha antelación al pico de contagio y de forma espectacularmente profesional. Con esta anécdota se demuestra que el gobierno de Tabasco y su gobernador, Adán Augusto López Hernández, no solo enfrentó a tiempo lo que se veía venir con una rigurosa visión de estado, cuyo único fin  era evitar una tragedia más en la sanidad tabasqueña que después del sexenio de Martha Lilia y Arturo, estaba completamente destartalada, en ruinas y con las luces rojas prendidas y a punto de estallar. Desconozco porque no se ha dado a conocer con todo el “bombo y platillos” que se merece, la perfecta previsión de lo que se avecinaba con la pandemia desde primeros de enero, pero así fue y a un servidor le tocó vivirlo y hoy puedo dar fe. Pero ahí no quedaban las cosas porque ahora se anuncia que “el gobernador Adán Augusto López Hernández anticipó que como parte de la planeación hecha en Tabasco para afrontar la emergencia por COVID-19, hacia el fin de semana entrará en funcionamiento un nuevo espacio hecho con burbujas termoaislantes. Las nuevas instalaciones tendrán capacidad para otras 40 camas y permitirán atender a pacientes que no necesiten estar en terapia intensiva. Esta medida forma parte de una programación prevista “para que cuando llegara el pico de contagio, se pueda continuar con la operatividad de manera coordinada”. Por esto hay que reconocer que dice la verdad AALH cuando asegura que “Tabasco es de los estados mejor preparados y equipados del país para afrontar la crisis provocada por el coronavirus ya que el sistema hospitalario cuenta con respiradores, monitores, camas e insumos suficientes. No nos hacen falta materiales; hay equipos de protección necesarios: mascarillas N95, caretas y guantes, para proteger a quienes están en la primera línea de batalla.