Abandonar el “guerracivilismo” para instaurar el Salario Mínimo Vital

Existe una distancia sideral entre los asuntos en los que están ocupados (no preocupados) los políticos y los problemas que realmente afectan a los ciudadanos

Existe una distancia sideral entre los asuntos en los que están ocupados (no preocupados) los políticos y los problemas que realmente afectan a los ciudadanos. No me puedo explicar cómo no es evidente para aquellos que quieran ocupar un cargo de elección popular. La gente de la calle, sigue en eso, en la calle. A pesar de la pandemia que nos debería de confinar para evitar contagios, el hambre y la necesidad mandan y los ciudadanos necesitan seguir trabajando para trabajar en lo que se pueda y llevar a la casa y así alimentar a las familias. Las alertas sanitarias están todas prendidas y la emergencia económica ya ha asomado la cabeza y la amenaza es cierta y brutal del desastre que viene. Mientras esto y otras cosas muy graves siguen avanzando en nuestra sociedad, en este país de casi 140 millones de habitantes, según los debates de nuestros políticos nuestro futuro pende de un hilo por un aparente “guerracivilismo” que no se ve entre los mexicanos de a pie más ocupados y ellos sí preocupados por minimizar el impacto económico del Covid 19 en sus vidas y en las de sus familias. La gente quiere saber si va a poder encontrar un trabajo después de haberlo perdido por esta contingencia, si las escuelas van a seguir cubriendo ese vacío alimentario que hasta ahora era fundamental para la sobrevivencia de sus hijos, y también quiere tener la tranquilidad de saber que el estado les va a seguir garantizando la existencia de los programas sociales que, implementados por el Presidente AMLO, en muchos casos se han convertido en la columna vertebral de sus economías. Desde la oposición no se adivinan soluciones ni propuestas. Ni siquiera se aprecia que exista una oposición, pues, y en general se ha asentado la idea de que en este país no hay salida más que aceptar que en efecto padecemos una maldición divina que nos impone hasta el más infinitamente pequeño de nuestros deseos de futuro. En todo este maremágnum en el que se ve inmerso el planeta entero, el pensamiento de Boaventura de Sousa, sociólogo portugués de izquierda, es algo muy a tener en cuenta porque al menos arroja elementos sobre los que meditar. Dice el viejo sabio que “El virus es un pedagogo que nos está intentando decir algo. El problema es saber si vamos a escucharlo” Eso que dice el portugués sí que es absolutamente revolucionario. Trabaja en definir lo que él denomina como “alternativa civilizatoria”. Vamos a intentar cambiar hacia otro modelo de desarrollo, en el que la Renta Básica sea un derecho, hacia otro modelo de consumo, hacia otra matriz energética”. La Renta Básica, aprobada recientemente por los países más avanzados en el mundo, puede ser la alternativa a lo que el Presidente, López Obrador, se ha adelantado con sus programas sociales. Dependiendo de su monto (cuánto por encima de la pobreza) y de otros factores, puede ser un camino para una transición paradigmática o puede ser simplemente un parche. Cuando es temporal es una solución para ahora, nada más; si es permanente ya anuncia otra cosa. Vamos a entrar en la llamada cuarta transformación industrial de la inteligencia artificial, en la que va a haber una pérdida brutal de empleo, no por arriba ni por abajo, sino en los empleos medios, que van a ser robotizados en gran medida. Se calcula que una renta básica de ciudadanía universal puede ser la única manera de garantizar que existan todavía clases medias.