Acabado el tripartidismo, multitud de ofertas electorales

Acabado el tripartidismo, multitud de ofertas electorales

Reflexionar una vez al año no hace daño. Y llevamos más de un mes haciéndolo en esta campaña electoral que la verdad está cansando bastante. No hay que desfallecer porque en unos días comienza el mundial que abarcará todo el abanico de nuestras atenciones y no duden de que las de los políticos también. Pero mientras llega ese momento reflexionemos en lo que nos dicen nuestros candidatos a tantas cosas que nos jugamos en estos días. Es bueno para todos, incluso para los que no están entrenados, porque pensar es someter a juicio antes de elegir. Hay quienes creen que esa meditación es innecesaria, ya que únicamente podemos escoger entre lo que nos proponen, pero el solo hecho de cuestionar las ofertas resulta beneficioso. Los que desean mejorar la estancia terrestre, dudan. ¿Qué partido tomar, habiendo fallecido el tripartidismo? Antes, la cosa estaba en unos o en otros o en los de enfrente, pero hemos hecho un gran descubrimiento: hay más maneras de equivocarse. Y para complicar más la cosa hasta independientes nos piden el voto. El tripartidismo ha muerto y muchos ciudadanos responsables han encontrado una buena excusa para no ir a votar: dicen que han ido al entierro, que se celebraba a la misma hora, El eslogan de los partidos pudiera ser único: “Se cambia, se vende y se alquila”. Sus líderes nacionales, que se insultaron gravemente en el bochornoso debate televisivo, aparecen ahora como más amigos y hasta se regalan indultos si lo dice el pueblo, claro, pero siempre hay que desconfiar de los afectos que nacen en la refriega política. Nosotros los representados no queremos oír insultos, aunque hay que reconocer que animan la ceremonia de la democracia. Los ciudadanos lo que queremos saber es como proponen cambiar el actual caos en el que nos encontramos y en la miseria en la que nos han metido entre todos. Llamaba Papini al dinero estiércol del diablo. Se refería al gran dinero, no al que ganan con desproporcionado esfuerzo la mayoría de los trabajadores, que ese no llega a estiércol y se queda en cagarruta. El poderoso caballero sigue siendo el amo del mundo. Otro escritor, el desdichado y arbitrario León Bloy, para vengarse de él, mejor dicho de su ausencia, nos dio una pista para indagar la opinión que Dios tiene del dinero: no hay que fijarse más que en la gente a quien se lo da en esa ofensiva abundancia. Uno, que ha conocido a muy pocos ricos de verdad, de esos que se pueden comprar un yate o a un alcalde sin preguntar el precio, está obligado a reconocer que tienen algunas virtudes que no pueden compartir con los menesterosos. Por ejemplo, socorrer a los partidos políticos que le conviene que manden, aunque sea sólo durante una temporada, pero cuanto más larga, mejor. Por eso se convierten en virtuosos de sus vicios y optan por el anonimato o firman sus donativos con pseudónimo, como esos escritores que prefieren pasar a la posteridad haciéndole absolutamente desconocidos varios nombres. A cual más sonoro.