Agenda Ciudadana
06/06/2025
¿Éxito? ¿Fracaso? ¡Acto Consumado!
La escasa participación ciudadana en las elecciones del domingo último dejó muy mal parado al gobierno morenista, no solamente porque exhibió que la llamada "democratización" del poder Judicial no es sino en realidad un proyecto desde y para el poder, sino porque también dejó cuestionamientos sobre la capacidad movilizadora del partido. Adicionalmente, los desastrosos resultados de los comicios municipales de Durango y Veracruz siembran fuertes dudas respecto de la capacidad del movimiento para mantener y extender su hegemonía. Narrativas aparte, el hecho de que solamente trece de cada cien ciudadanos con registros electorales hayan decidido participar demuestra que este proceso electoral fue abiertamente despreciado, por un amplio sector de los votantes, a la vez que no considerado prioritario, o acaso relevante, por otro importante grupo. Por si eso no bastara, conforme se han ido conociendo resultados parciales de la votación, las preocupaciones dentro del oficialismo han de estar aumentando: un porcentaje importante ocupó las boletas para descalificar el proceso, llamarlo farsa o insultar a Fernández Noroña.
Así, no falta razón a los críticos cuando, basándose en los números, señalan que la elección fue todo un fracaso. Sobre todo, porque el argumento central bajo el cual fue promovida la reforma, quedó sin sustento. El domingo quedó claro que la renovación ideada en Palacio Nacional e inmediatamente aprobada por las Cámaras no era de la incumbencia de los grupos sociales que, según sus autores, han sido arrollados por una justicia parcial; las urnas vacías hablan: esta reforma no tiene otro origen que las dificultades que López Obrador tiene para aceptar que todo poder debe ser contenido y que el Judicial es pieza clave del equilibrio.
No obstante, la presidenta calificó de exitoso el proceso. Esos trece millones fueron superiores, dijo, a los números alcanzados por PRI y PAN en la elección de 2024. La maravilla del manejo de las matemáticas fundamentadas en los "otros datos". Curiosamente, omitió señalar que ese número no representa ni la mitad de los 30 millones que ella obtuvo también en el 2024. No obstante, el manejo barroco de las cifras resultó conveniente al oficialismo, porque de otra manera tendrían que haberse quitado las máscaras y afirmar que, aún sin gente en las urnas, habían consumado el golpe mortal a la democracia. La elección de los jueces, afirmaban, acabará con la corrupción. Con unas elecciones sin electores la democracia mexicana ha sufrido su último y más letal golpe. Y lo consiguen reafirmando las verdades de su nuevo vocabulario, basado en la dicotomía pureza/impureza: todo lo que se oponga a Morena es corrupto mientras que, por definición, Morena, sus políticos , políticas y proyectos son incólumes, así se realicen, cada vez, más en la más completa opacidad.
El significado de la elección del domingo no radica, digámoslo claramente, en los números, sino en el hecho que hubo elección, electores y votos y sus resultados serán oficiales. La desaparición de la posibilidad de alcanzar una sólida separación de poderes en México es un hecho. El golpe mortal a la democracia es, ya, un acto consumado. Tres imágenes ayudan a entender el verdadero significado del proceso del domingo. Uno: López Obrador apareció en público por primera vez desde que dejó la presidencia. Más allá de sus elogios a la reforma y a la presidenta, el ex presidente se ufanó en mostrar que él fue quien ideó la reforma y que ese día se consumaba. Dos: de parte del oficialismo no hubo sino celebración; ni las más mínima autocrítica. La elección fue un éxito porque la reforma lo es. Nada más que agregar. Tres: Fernández Noroña recurrió también a los otros datos. Ese trece por ciento, dijo, es un fracaso de la derecha. Una afirmación que, en principio, mueve a risa. Sin embargo, lo que dice el senador es verdad: con ese trece por ciento queda destruida la democracia, democracia que, para quienes hoy poseen el poder, es sinónimo de "derecha". Todo lo que no sea Morena es "derecha", por tanto, impuro, corrupto, sin merecimientos para ser.
El debate debe ir más allá de lo obvio. Pobres numéricamente, pero los resultados han avalado el asalto al estado de derecho. Con resultados propiciados por las trampas (los ganadores coinciden con los acordeones elaborados por el oficialismo), el Poder Judicial transitará a una nueva etapa, es un hecho. En dos años habrá una nueva elección, con la cual la renovación del poder quedará completada.
De esa manera, la sociedad civil, las universidades y los partidos de oposición deberán de elaborar de inmediato estrategias para evitar la culminación del proceso y, en la medida de lo posible, revertir esta reforma. Es urgente para México pensar a fondo y proponer proyectos que no solamente eviten la profundización del proceso de autocratización que estamos viviendo, sino uno que nos conduzca a recuperar los caminos democratizadores que veníamos trazando desde, por lo menos, cuatro o cinco décadas. Los procesos de muchos países no pueden ser mejores ejemplos: sin democracia, no hay estado de derecho; sin estado de derecho, no hay desarrollo. Sin desarrollo, no hay mejoras en los niveles de vida.
Pero estos debates y estos esfuerzos deberán admitir que no basta con recuperar lo perdido. La democracia mexicana debe ser repensada de manera integral. El triunfo de López Obrador y su gobierno de destrucción no fue resultado solamente de su carisma y de l fe que la gente tuvo en él. Fue producto, también, y eso debe quedar muy claro, de que la democratización política no bastó para resolver los múltiples problemas del país. Un nuevo proyecto democratizador debe trascender el plano estrictamente político.
Pensar de nuevo a México y su democracia exige, pues, reflexión profunda y compromiso. Hay tarea por hacer.
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