AMLO declara legales los sobornos y por eso aumentamos los descontentos

AMLO declara legales los sobornos y por eso aumentamos los descontentos

El triunfo del independiente Macrón en Francia ha llevado a nuestro Jorge Castañeda a renunciar a presentar su candidatura a la presidencia de la República por el mismo formato al que por otra parte defiende que puede ser calcado en México. Yo añado que en Tabasco también. Porque esto demuestra que si consiguieran agruparse ganarían todas las elecciones futuras, aunque siguieran perdiendo las más inmediatas. Ya lo he escrito y lo mantengo: Tabasco está lleno de resentidos. Unos por unas cosas y otros por otras, que suelen ser las mismas aunque de distinto signo, y eso sólo se cura, a diferencia de las dolencias del amor que únicamente tienen remedio “con la presencia y la figura”, con el piadoso y lento olvido. Vivimos tiempos confusos -yo, personalmente, por muy poco tiempo- pero nunca han existido personas a las que le tocaran épocas fáciles, ni siquiera en la “belle époque”. El trastorno actual se debe a los traqueteos de la economía, que antes se estaba quieta y ahora se mueve más que el rabo dúplice de la lagartija de Marx y Engels. Estamos en vísperas de una gran transformación, pero como no sabemos en qué consistirá todos podemos considerarnos antepasados. Lo que impera en esta provincia tabasqueña del mundo es la confusión. Cuando muchos pensaban que AMLO era la opción para el cambio salen los videos de la recaudadora veracruzana y, en vez de pedir perdón y mandarla a la justicia, los seguidores del mesías equiparan la recepción de la billetiza de la MORENA Eva a “un mecanismo de participación democrática de la sociedad civil” y Andrés Manuel no sabía nada. O sea más de lo mismo y se esfuma la esperanza del cambio. Los descontentos tenemos razón, pero no debemos emplear la que nos sobra en hacer imposible que se oiga a las personas más razonables. Eso de declarar legales los sobornos puede ser la antesala de consentir que alguien se cuele en casa hasta la cocina. Por mucho que suenen a himnos, sin un mínimo orden no puede haber concierto. Los que jamás han tenido la curiosidad de leer a Goethe le acusan de preferir la injusticia al desorden. Omiten decir que el desorden le parecía la mayor de las injusticias. Y en eso estamos.