AMLO y Slim, relaciones productivas

AMLO y Slim, relaciones productivas

La política no es monocromática y tampoco puede ser monótona. Es cierto que siempre se pide un poco de mesura desde el ejercicio del poder, ya sea político o económico, para no desatar fuerzas que salgan de control, pero esto no quiere decir que no haya diferencias. Aún más, las  diferencias enriquecen los planes y proyectos. Más todavía los gobiernos y a las empresas, siempre y cuando estas divergencias se canalicen creativamente, no para la destrucción del otro.

Le comento esto porque recientemente causó revuelo en algunos círculos que el empresario Carlos Slim haya firmado un acuerdo con el presidente López Obrador para concluir la carretera del Istmo de Tehuantepec en un tramo donde la inversión pública es de tres mil millones de pesos y la privada de ocho mil millones. Este convenio fue rubricado con un abrazo entre AMO y el presidente del Grupos Carso.

Cómo, dicen los escépticos, porque Slim ha tenido abiertas diferencias con el ahora Presidente de la República. Inclusive algunas decisiones de AMLO han afectado a las empresas de inversionista más acaudalado de México y uno de los mayores del mundo.

Dijo López Obrador durante el encuentro en las carreteras de Oaxaca que su trato con Slim es “muy buena”, porque además “es un empresario con dimensión social” y añadió que “está invirtiendo en México, genera empleos, apoya al desarrollo del país y por eso son buenas las relaciones”. Todavpía más, dejó abierta la posibilidad para que el Grupo Carso participe en el proyecto del Istmo de Tehuantepec, que conectará a Oaxaca con Veracruz.

El hijo de inmigrantes libaneses correspondió al trato afectivo de AMLO valorando lo hecho hasta la fecha por el mandatario mexicano, y señaló que si bien hacen falta más proyectos para aumentar la inversión, al tabasqueño le dejaron una situación difícil y la inseguridad no se elimina con una varita mágica.

Las cosas no se hacen en un día y falta tiempo. Puso el dedo en una llaga que seguramente incomoda a algunos inversionistas y analistas. Indicó Slim respecto a los cálculos del crecimiento económico tan discutidos por las calificadoras: “el crecimiento de 2019 hay que olvidarse de él, si es 0.5, 0.7 o 1.1 es intrascendente”. Lo importante, insistió, es que haya una propuesta de proyectos para inviertan los sectores privado nacional e internacional.

Para el empresario lo que sí es determinante es la inversión pública del gobierno federal: “están en el orden de 2.9 por ciento del PIB y los quieren llevar al 5 por ciento y es insuficiente”.

Según se sabe, precisamente la intención de López Obrador es comenzar a “soltar” la inversión pública productiva, porque como bien se sabe es históricamente un detonador de la economía.

Mucho se ha hablado de las diferencias, pero también de las coincidencias entre López Obrador y Carlos Slim. No se olvida el hecho de la extraordinaria relación que mantuvieron en materia de inversiones cuando el tabasqueño era Jefe de Gobierno del Distrito Federal. El empresario toma con buen ánimo las eventuales desaveniencias. Así, comentó en una ocasión: “¿Crees que alguien es perfecto parta que no haya desacuerdos? Lo importante no es que no haya desacuerdos. Puede haber diferencias de opinión, de criterio, pero eso pasa en todas las sociedades, hasta en las familias”.

Resulta lógico, y hasta necesario, que haya dos perspectivas distintas desde el gobierno y desde la iniciativa privada. Me parece que Slim ha sido firme pero cauteloso; conoce bien el impacto de una interpretación errónea en los mercados.

Cada vez que lo abordan los periodistas buscan sacarle algún juicio que descalifique a López Obrador, pero se mantiene en la mesura del que apuesta su capital con el menor riesgo posible, así sus palabras. En marzo pasado, cumplidos poco más de tres meses del nuevo gobierno, Slim sostuvo que hay avances en la agenda de la nueva administración, al tiempo que acotó: “El país no está en una crisis, está en un crecimiento lento”.

Pero también pidió entonces: “dénle tiempo (a AMLO), llevamos 100 días”. Han trascurrido siete meses y el balance en lo general es positivo. Más allá de los fanatismos de uno y otro bando, se tiene que evaluar lo que se refleje en este segundo semestre de las primeras acciones de López Obrador quien se ha concentrado en una política social que tendrá que ser productiva también económicamente. Como diría el clásico: por el bien de todos…o por lo menos de la mayoría.

SUMAS Y RESTAS

Puesta a prueba la capacidad de reacción del Estado mexicano, ya no sólo de un gobierno, el desafío lanzado ayer en la carretera Villahermosa-Teapa tiene como respuesta una acción coordinada. Veremos las sumas.