Edén Político
ANDRÉS HENESTROSA: UN MEXICANO EXTRAORDINARIO
Don Andrés Henestrosa Morales nació el 30 de noviembre de 1906 en San Francisco Ixhuatán, Oaxaca. Fue poeta, narrador, ensayista, orador, escritor, bibliófilo, historiador y periodista mexicano. Contribuyó de manera importante en la fonetización del idioma zapoteco y su transcripción al alfabeto latino.
Sus padres fueron Arnulfo Morales y Martina Henestrosa. Realizó sus primeros estudios en Oaxaca. Hasta los 15 años sólo habló su lengua materna, el zapoteco. En la Ciudad de México estudió en la Escuela Normal de Maestros, en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México
Entre sus obras más destacadas se encuentran: Los hombres que dispersó la danza (1929), Retrato de mi madre (1940), Cuatro siglos de literatura mexicana, (1946). Los cuatro abuelos (Carta a Griselda Álvarez) (1960); Sobre mí (carta a Alejandro Finisterre), 1936; Una confidencia a media voz (carta a Estela Shapiro), 1973, y Carta a Cibeles, 1982. El remoto y cercano ayer (1972), De Ixhuatán, mi tierra, a Jerusalén, tierra del Señor (1976) y El maíz, riqueza del pobre (1981). Publicó los ensayos: Los hispanismos en el idioma zapoteco (1964), Acerca del poeta y su mundo (1965), De México y España, (1974), y Espuma y flor de corridos mexicanos (1977).
Durante cincuenta años ejerció el periodismo. Dirigió la revista El Libro y el Pueblo y fue fundador de Las Letras Patrias. Escribió en las publicaciones Hoy, Revista de la Universidad, Época, Revista de la Cámara de Comercio, Revista de América, Aspectos, Casa del Tiempo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, y en Notimex. Fue director de la revista Mar Abierto y De Ambos Mundos (1985-1992). En 1970, publicó Alacena de alacenas, una colección de artículos publicados cada domingo en el periódico El Nacional de 1951 a 1970.
DANZARINAS RECORDANZAS
El libro Andanzas y recordanzas de Andrés Henestrosa escrito por Margarito Guerra Torres, da cuenta de un ramillete de anécdotas y recuerdos en torno al escritor oaxaqueño de 1906 a 2008. Referimos algunas:
“Un día, caminando por el corredor turístico de la ciudad de Oaxaca, íbamos por la acera donde daba el sol. Tomándome del brazo, don Andrés me dijo: “Pasemos a la otra acera, no sea que alguien nos pida prestado.” Al llegar a los portales del Hotel Marqués del Valle, que era el destino, y a efecto de despejar mi duda, le pregunté sobre su comentario, que aclaró diciendo que no era congruente venir caminando bajo los rayos solares, si en la otra acera había sombra, porque alguien podía pensar: “Ahí vienen dos pendejos, les voy a pedir prestado.”
En otra ocasión, caminando por la misma calle, don Andrés me invitó a pasar a la acera donde daba el sol, y con pasos acelerados, llegamos a los portales del Hotel Marqués del Valle. Inmediatamente ordenó que sirvieran unas cervezas, las más frías que tuvieran. Nuevamente, para aclarar mi duda, le pregunté por qué ahora había preferido caminar bajo el sol y no en la sombra, a lo que contestó: “Fue para provocarnos más sed y así disfrutar a lo máximo de estas ricas cervezas.” *
Íbamos un día en un automóvil, adelante don Andrés y su chofer. En la parte de atrás su secretaria Rosita y yo. En son de broma dije: “Don Andrés, ¿me permite abrazar a Rosita?”. Y él, sagaz, como hombre que domina el lenguaje, inmediatamente contestó: “¿Con ‘S’ o con ‘Z’?”
Durante una reunión en casa del antropólogo Gerardo Garfias, don Andrés dijo que la raíz de la palabra testículos es la misma que la de testigos, ya que “a pesar de que no entran, dan fe”. A efecto de esclarecer lo vertido por don Andrés, Gerardo consultó su enciclopedia, y manifestó que efectivamente las palabras referidas tienen la misma raíz. Lo anterior se lo conté a una amiga abogada, quien como complemento dijo: “Sí, sobre todo, testigo de descargo.”
Una joven se le acercó y le preguntó: “¿Es usted de casualidad don Andrés Henestrosa?” Y él contestó: “Sí, soy Andrés Henestrosa. Pero no de casualidad.” *
Sobre el mezcal, Henestrosa dijo: “Quien le gusta tiene otro cielo, otro suelo: mejora la vida, promueve el anhelo de seguir vivo. ¿Por qué creen que he llegado así a mis cien años? Porque siempre gustó de un trago de mezcal. El que sea, que siendo de Oaxaca, hace del mal un bien y de un bien un doble bien.”
DE TRECHO EN TRECHO
Don Andrés relató que un día entraba con Francisco Toledo a un restaurante de la Zona Rosa cuando el mesero les impidió el paso, bajo el argumento de que Francisco no portaba corbata. Quiso dar alguna explicación y, al punto de retirarse, el propietario --quien probablemente los había identificado--, se acercó para saber el motivo de la discusión. Entonces don Andrés le dijo: “No hay ningún problema. Lo único que pasa es que no quieren permitir el acceso a un artista, a un pintor de primera a un restaurante de segunda.” Fueron instalados en una mesa preferencial.
El gran Juan Rulfo, un día le dijo: “Andrés, lo mejor del matrimonio es la viudez, aunque uno sea el muerto”. A lo que Andrés respondió: “Aunque la mayoría piensa: La vida no vale nada, siempre que no sea la propia.”
Octavio Paz, por su parte, escribió: “Las de Henestrosa, son páginas que no tienen una sola arruga.”
Mientras que don Andrés dice sobre sí mismo: “Yo soy como los buenos vinos: No gusto la primera vez. Pero quien frecuenta mi trato, pero quien logra descubrir la brújula para navegarme, sabe qué ríos de ternura fluyen y confluyen en mi pecho. Y que de trecho en trecho dejo de bramar y pierdo tumbos. Sé que soy pantano; pero puedo reflejar una estrella sin que se manchen sus puntas.”
Este extraordinario mexicano, que dedicó su vida al desarrollo de la cultura en México, a través de su obra literaria, su compromiso social y su participación en la vida académica y pública, falleció en la Ciudad de México el 10 de enero de 2008. (Subtítulos del editor)