Hoy me preguntaron qué pensaba sobre el cine mexicano, con motivo de su aniversario. El cine fue un acto ritual sacramental de la mexicanidad, nunca se ha repetido ese ritual moderno nuevamente.

A finales de 1800 el mundo occidental despegó un auge económico por la Revolución Industrial y sus inventos. Representantes de los Lumiere se dieron a la tarea de vender su invención; EUA y México resultaban un mercado prometedor. Así, en 1897 mostraron al entonces presidente Porfirio Díaz el cinematógrafo en el Castillo de Chapultepec. Unos días después hubo venta y exhibición pública en la Ciudad de México; los compradores fueron adineradas familias burguesas del Porfiriato. Sus primeras filmaciones fueron la cultura popular e indígena (se considera que la primera filmación mexicana fue Porfirio  Díaz paseando a caballo en el bosque de Chapultepec, literalmente). 

La Revolución representó un punto de inflexión en la historia del cine -de hecho, es el primer conflicto armado a gran escala de la historia documentado a través del cine-.

En la Revolución, los distintos bandos iban acompañados de sus equipos de producción. Nacía la propaganda-simbólica en México que retrató perspectivas varias del conflicto. Victoriano Huerta en su efímero paso a por el poder, creó un reglamento cinematográfico nacional, donde imperó la censura para proteger a su gobierno; después Venustiano Carranza creó la primera cátedra de preparación y práctica cinematográfica y, otorgó becas en el extranjero.

Aproximadamente en 1919 decretó el reglamento de censura cinematográfica redactado por las primeras cineastas, Dolores y Adriana Ehlers (Veracruz y Bajío). El documento reforzó la defensa de las buenas costumbres e impedía que los productores de EUA enviaran filmes que denigrasen la imagen de los mexicanos.

Después de la Revolución por recomendaciones de EUA se determinó construir una Estética Mexicana desde el cine. Los elementos culturales protagonistas fueron del Bajío, Guadalajara y ese México sentimental de lo hacendado. 

Menospreciados en México, los hermanos Ismael y Joselito Rodríguez, inventaron un tipo de sonorización novedosa en California; los diarios de EUA los elogiaron. Con la sonorización el lenguaje se volvió un problema. Esto derivó una vertiente de Hollywood de cine hispano, hablado en español por yankis; la necesidad de una narrativa identitaria dio a México la oportunidad de construirse simbólicamente, consolidando un discurso (que sigue en debate) indispensable para la conformación de la identidad de un México fracturado a nivel cultural y popular.

Entre 1932 se estrenó el primer largometraje sonoro mexicano: Santa, de Antonio Moreno. Nacía el género que haría del cine mexicano un hito internacional: la comedia-melodrama ranchera. Se trató de un género masivo costumbrista ambientado en los entornos rurales del Bajío y Guadalajara, protagonizado por jóvenes charros cantores, chavalas soñadoras, padres enérgicos y estrictos, peones humorosos y una comunidad devota, fiestera y fiel a la buena moralidad.

México logra su fama internacional, en 1936 con el estreno de "Allá en el Rancho Grande" de Fernando Fuentes, la empresa se fortaleció y generó un Star System Mexicano. La aspiracionalidad nacional nació en los estereotipos de Pedro Infante y Jorge Negrete, en imaginarios culturales que imperan hasta hoy (2025), como lo mexicano tradicional (aunque hay un giro contemporáneo a por lo neoprehispánico-woke).

La problemática del cine de oro es que fue a contramano de la agencia política del presidente Lázaro Cárdenas que impulsó reformas agrarias y una agenda social moderada que no gustaba a los sectores poderosos de México (sectores que jamás sufrieron la revolución). Algunos analistas consideramos que la comedia ranchera fue una contrarespuesta simbólica al Cardenismo; Afianzando el statu quo de un México de caciques que invisibilizó conflictos de clase y género, reforzando estereotipos como el macho mexicano, el destino, el hacendado honorable, la madre abnegada, la sumisión de género, los provincianos, etc. 

Esta naciente cultura hegemónica no pudo adaptarse a la brecha generacional de finales de los 50. Al término de la 2da. Guerra Mundial, el cine estadounidense de la posguerra desplazó a las producciones mexicanas y la aparición de la televisión como medio de entretenimiento de masas transformó la cultura del moderno México. El mexicano de esa brecha generacional se alejó de lo rural, aspirando a la modernidad democrática, lo ciudadano y la urbanidad. (@osevih).