Ángel Solís, un secretario de educación dialogante y con resultados

Ángel Solís, un secretario de educación dialogante y con resultados

Cuando el curso escolar ha iniciado su ciclo de terminación vemos, con grata sorpresa, que los cambios en la secretaría de Educación están surtiendo los efectos deseados. Ángel Solís Carballo ha demostrado que la designación que hizo el gobernador fue acertada. Cuando nos agobian muchas cosas ciertas, pero tenemos la especialidad en resucitar las antiguas para crear nuevas discordias es gratificante ver como las nuevas generaciones están en buenas manos. Ángel Solís recibió una opinión, pública y publicada, hostil y descreída de que su nombramiento marcara la diferencia. Sin embargo, en pocas semanas, ha logrado imprimir una dinámica positiva y su carisma al encargo y desarrolla una actividad frenética tratando de que ese gigantesco reto que es la secretaría que más recursos necesita para funcionar y que afecta directamente a nuestras vidas, y lo más importante a la de nuestros hijos, funcione y funcione bien. Cuando éramos capaces de certezas, antes de haber sustituido las creencias por verificaciones, nos lo tragábamos todo y comprobamos que eran una dieta adecuada. Ahora parece que el régimen dietético se ha agotado, quizá porque el llamado “régimen anterior del granierato” se ha mantenido durante más tiempo del que exige una larga convalecencia. Solís, -confiando en su equipo y sus capacidades-, ha logrado romper paradigmas y en vez de buscar confrontaciones ha logrado entendimiento haciéndose oír, platicando con maestros, padres y alumnos y los ha metido a todos en el mismo barco para que al final la travesía sea exitosa y con buenas cuentas para todos. En política todo lo que no es posible es falso y al revés todo lo que se consigue es lo que demuestra que el camino es el correcto y Ángel Solís se dedicó a trabajar y a aplicar sus políticas, sin agotarse en contestar a sus detractores que ahora, a la vista de los resultados, coinciden en que las cosas van bien en la educación de las futuras generaciones tabasqueñas y tienen rumbo.

Por Antonio López de la Iglesia