Biografías, conductas, reacomodos; alianzas incómodas y trampas opositoras

Biografías, conductas, reacomodos; alianzas incómodas y trampas opositoras

Desempolvando un libro de 1995 de López Obrador (Entre la historia y la esperanza), se produjo una refutación a Manuel Bartlett, director de la CFE, que afirmó: “nunca ha sido acusado de corrupción”. Bartlett adujo trayectoria pública ejemplar a propósito de la investigación periodística que, detonada por Carlos Loret de Mola, le asigna 800 millones de pesos en propiedades, en lugar de los 51 millones que reportó en declaración patrimonial. Diferencia 16 veces mayor. Hay investigación en curso, por la Secretaría de la Función Pública.

Veamos la refutación: Obrador/1995 hace una crítica a Bartlett y su padre, el tabasqueño Manuel Bartlett Bautista, y hay señalamientos de corrupción por negocios inmobiliarios (Bartlett Bautista fue gobernador) y venta de terrenos aledaños a la construcción del Periférico en Villahermosa. Es información incómoda para el presente de la 4T. En estos días, AMLO expresó confiar en Bartlett y colocó las denuncias periodísticas en el cajón conservador. De cualquier modo, el Presidente pidió aclarar el asunto.   

En 1995 se vivía en Tabasco tensa protesta poselectoral por las accidentadas elecciones para gobernador (20 de noviembre de 1994). Bartlett, gobernador de Puebla por el PRI, se alineaba con Roberto Madrazo, en lo que Obrador llamó “el sindicato de gobernadores del sistema”. Tenemos así la refutación: Bartlett señalado por corrupción en 1995, por López Obrador.

La rebusca documental comenzó en las redes sociales y se manejó con amplitud en Radio Centro (septiembre 20, comentarios de Álvaro Delgado, colaborador de Proceso). Lo que resulta significativo en este episodio apunta a la credibilidad del Presidente: la más alta para un político en activo. Algunos opositores articulan nuevas estrategias para minarla. Punto clave: que el Presidente y sus colaboradores se explayen sobre determinado tema en las mañaneras y luego circular refutaciones. Para ello se hurga en archivos y se buscan contradicciones. ¿Son tiempos, pues, de bombas documentales? A partir del affaire Bartlett, no se descarta esa posibilidad. De ahí que responder de botepronto en las mañaneras, a cualquier tema, resulte riesgo político creciente.

           

RATONES DE BIBLIOTECA             

La hemeroteca y los libros documentan nociones históricas y culturales de lo ocurrido, aunque no necesariamente lo realmente ocurrido. En el zigzag político que caracteriza a la transición democrática mexicana, se puede revisar la hemeroteca para intentar comprender la complejidad de la vida pública en los últimos 30 años. Si se observa esto desde un ángulo ético, la comprensión no se logra: las contradicciones abundan. Desde el ángulo pragmático del poder y su ejercicio, la comprensión llega: los cambios de siglas partidistas encierran  negociaciones estratégicas entre adversarios y acomodos de coyuntura.

Bajo este panorama histórico, la complejidad del zigzag político quita el sueño:  el intercambio de camisetas ha sido intenso, de 1988 a la fecha. La migración política, logo tras logo, es contante y sonante, igual que los diversos intereses sociales que entran en escena y se manifiestan en pos del poder. “Intereses”, aquí, son personas. Los intereses son algo, pero son representados por alguien.                   

Veamos un ejemplo de rebusca documental. Un libro de 2014, La libertad de expresión en las sentencias de la Suprema Corte de Justicia, documenta la  querella jurídica entre Germán Martínez y Manuel Bartlett, con participación en la sentencia de Olga Sánchez Cordero. Por supuesto, amable lector, ahora los tres personajes integran la 4T. Martínez inició como director del IMSS y retornó al senado, Bartlett en la CFE y Sánchez Cordero en Gobernación. En el tiempo de la querella jurídica (entre 2006 y 2010), Martínez era representante panista en el IFE y luego dirigente nacional del blanquiazul, Bartlett era senador de la república y Sánchez Cordero Ministra de la Suprema Corte. Pues bien: sería un sofisma político y social activar una crítica hacia AMLO a partir de las contradicciones de trayectoria de sus ahora colaboradores. Por supuesto, esto refleja las dificultades de Morena en la conformación de un equipo homogéneo de trabajo para arropar a AMLO y su proyecto de gobierno. Hay demasiados zigzags en el horizonte. ¿Eso es culpa de AMLO? No, desde luego que no. El Presidente no debe sudar calenturas ajenas. Sin embargo, no se niega que hay trayectorias variopintas que insinúan diferencias entre lo negociado para el equipo político de AMLO 2006 y el equipo AMLO Presidente 2018.

SUMAS Y RESTAS

Precisión: las personas no son monolitos infranqueables en el tiempo. El tiempo destila ideas y modifica posturas. Eso lo remarca AMLO al abordar el tema de la coherencia política y la metamorfosis de colaboradores. El Presidente no tiene ese problema. Se ha mantenido en el dial de la izquierda social por cuatro décadas. Son otros los asegunes, de rebusca documental, que se esgrimen mediáticamente para minar la credibilidad presidencial. Y eso sucede todos los días.