Bolivia, un rompecabezas; México en el juego

Bolivia, un rompecabezas; México en el juego

En política hay pruebas que surgen de la realidad y que invalidan argumentos de grupos que se refieren a la realidad con lentes ideológicos. Algunos suponían que al deponer a Evo Morales como Presidente de Bolivia, la democracia seguiría su curso y la paz social reaparecería. No fue así.

El ejército boliviano, alineado contra su comandante en jefe (El Presidente), hizo esta apuesta inadmisible en sentido democrático y perdió. Las calles de Bolivia no se aquietaron con el adiós de Evo: protestas civiles arrojan saldo de más de 30 muertos, 320 heridos y 800 detenidos, más lo que se acumule mientras no se realicen nuevas elecciones. El plazo de 90 días, para relevar a la impugnada presidenta interina Jeanine Áñez, se antoja difícil de cumplir. No hay tranquilidad, ni mayoría clara en sentido político y social que ejerza el poder en Bolivia. Vista la realidad, después de ejecutada la ‘invitación’ a desalojar, ¿Evo Morales era el obstáculo para la democracia y la paz? La situación boliviana, consignada en noticias y reportajes recientes, dice ‘no’.     

Como la tranquilidad no llega a las calles, ante protestas crecientes por la ruptura del orden constitucional, la pacificación de Bolivia es asunto de mediano y largo plazo. El golpe ‘virtual’ a Evo, con el martillo de la Organización de Estados Americanos (OEA), auditoría electoral que no detalló datos de supuestas irregularidades, complicó la situación que ahora no tiene negociación política y diálogo entre las partes. Tensión al máximo.

Con escenario social polarizado, la estrategia del gobierno interino de Bolivia ha sido lanzar golpes ideológicos y militares contra Evo y sus partidarios, agrupados en MAS (Movimiento al Socialismo). Esto desmiente su anunciada vocación democrática. El ejército y la policía, que con Evo se negaron a la acción disuasiva (con razón), ahora reprimen. Contrasentido que avala el derramamiento de sangre civil. No se reportan bajas en el ejército.   

Hacia el exterior, los mensajes de Bolivia son furibundos contra el gobierno de México, que con prontitud decidió a favor del asilo de Evo. En las redes sociales (noviembre 21) el expresidente Tuto Quiroga (derechista de alcurnia) se lanzó contra AMLO y le insta a “apoyar elecciones limpias, reconocer a Jeanine Áñez como Presidenta y olvidarse de apoyar a políticos criminales”, en referencia a Evo y su vinculación cultural con la zona coquera de Bolivia. Este mensaje circuló en México desde la cuenta de twitter de Felipe Calderón, que lo reenvió y enfatizó una supuesta violación a Tratados Internacionales en materia de asilo, que estaría cometiendo Evo Morales en México. Para ello, Calderón desempolvó tratados que datan de 1939 y 1967. Ahí se establece que un asilado no puede instigar a la violencia a sectores sociales de su país. El alegato judicial de Calderón, que pide censura para Evo y sus mensajes, fue respondido por Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación.

El lector puede revisar los mensajes de twitts de Evo Morales desde su exilio. La revisión de este columnista arroja que no aparece la instigación a la violencia. Lo que sí aparece son “llamados de paz y freno a la represión”, más la solicitud urgente a la OEA y la ONU para “promover elecciones sin arrinconar a ninguna de las partes”. ¿Se entiende la tergiversación de Calderón? Sí: es mezquindad política.                        

          

LO QUE SIGUE

Los sucesos de Bolivia arrojan signos preocupantes para las instituciones democráticas de América Latina. El contexto es delicado: protestas civiles en Chile y Ecuador hacia sus gobiernos por inconsistencias en sus políticas económicas, también en Colombia; polarización de Venezuela y Nicaragua, con freno a libertades y garantías individuales. Se entra así en zona de franca turbulencia, que puede ser río revuelto para el renacimiento de los peores instintos políticos con ropaje militar. El pretexto: “poner orden”.

México juega papel preponderante en la negociación diplomática y es contrapeso democrático en la OEA, donde el Secretario Luis Almagro (Uruguay) favoreció sin pudor los intereses geopolíticos de Estados Unidos. ¿Hay ansías de la derecha trumpista para reverdecer laureles militares? Esto  frenaría a la mala, no en las urnas, a la izquierda gobernante en América Latina.

Hay situaciones nacionales que deben resolverse de manera local, sin injerencia de otros países. Pero existen situaciones regionales que necesitan ajustes macroeconómicos con marco democrático y libertad informativa, lo que incluye ética para evadir el relato ideologizado. En suma: un rompecabezas político, económico y cultural que se expande desde Bolivia a otras partes de América. México no comulga con el fantasma del intervencionismo, fiel a su tradición diplomática. Tenemos en la frontera al intervencionista por historia, costumbre e intereses. Mientras, corre un año de un gobierno anti neoliberal.