Caja de Pandora

El día que infiltramos la marcha oficial del Primero de Mayo

Fue un Primero de Mayo, no recuerdo con exactitud el año de la década de los 80s, José López Portillo aun no terminaba su mandato.

Todo parecía indicar que el desfile obrero de esa fecha emblemática del movimiento obrero mundial, sería en la ciudad de México, uno más de los que transcurrieron durante décadas y décadas del dominio de los gobiernos priistas y del sindicalismo corporativo al servicio de patrones y gobiernos corruptos de aquellos años, sin mantas, carteles, demandas o protestas laborales o críticas al sistema político y económico que prevalecía,

Antes de esa fecha era hasta vergonzoso ver ante nuestros ojos a miles de trabajadores muy uniformados y disciplinados tras las mantas de la Confederación de Trabajadores de México de Fidel Velázquez, del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y la Federación de Trabajadores al Servicio del Estado, entre otras.

Mi conciencia se rebelaba porque alguna vez, siendo obrera afiliada a uno de esos sindicatos “charros”,  como todos esos compañeros,  bajo amenaza de sanciones sino participaba, fui obligada a marchar un Primero de Mayo.

Existían organizaciones obreras independientes, la mayoría marginadas, sin reconocimiento oficial, como la Tendencia Democrática del SUTERM; el más fuerte y antiguo el Sindicato Mexicano de Electricistas; el STUNAM, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y  otros con menos fuerza. Todos ellos tenían prohibido participar en el desfile que llegaba al Zócalo para rendir pleitesía a los dirigentes corruptos y al gobernante en turno.    

 Pero ese Día del Trabajo al que hago referencia era diferente, para mí y para el movimiento obrero independiente en general, ya que varias de las organizaciones disidentes habían decidido infiltrarse en la marcha oficial.

 Entonces laboraba ya, orgullosamente, como periodista en Radio Educación, emisora de la Secretaria de Educación Pública. A pesar de ser parte de una dependencia de gobierno, funcionaba con la mayor libertad de expresión que he conocido durante mi vida de trabajadora de los medios, y por lo mismo disponía de una gran y consciente audiencia.

  Como trabajadores estábamos afiliados a la CNTE, pero en una división pequeña que se llama, o se llamaba porque no sé si subsista, el Bloque Democrático junto con los trabajadores del Instituto Nacional de Antropología.

UNA PROTESTA PACÍFICA

Ese día, me levanté temprano. La cita para nosotros, los de Radio Educación, era a las ocho de la mañana en la esquina de las calles Isabel La Católica y Uruguay en pleno centro de la ciudad, exactamente donde se encontraba la antigua biblioteca de la UNAM.

  A mí como a mis compañeros, nos invadía una mezcla de alegría y zozobra, según nuestro representante sindical, marcharíamos después del contingente del SNTE que ya se encontraba en la avenida 20 de Noviembre.

  Como era de esperar golpeadores del SNTE impedían que nuestro contingente llegara al Zócalo. Casi tres horas nos mantuvieron parados en el mismo lugar, hasta que ya con la consigna y el coraje, decidimos avanzar a como diera lugar a pesar de la advertencia de que nos esperaban  con palos para impedir nuestro arribo al Zócalo.

  No sé de dónde sacamos fuerza, velocidad y valentía para correr por 20 de Noviembre en medio del ataque de los del SNTE; ni siquiera volteamos a ver si alguno de nosotros había caído herido.

  Sudorosos y temblando llegamos al Zócalo ya repleto de trabajadores, y creímos haber logrado nuestro objetivo, pero nos equivocamos. Ahí, de nuevo los golpeadores nos acorralaron, al grado de que  ya nos pisábamos unos a otros y no podíamos superar esa situación.

 Fueron los electricistas los que nos salvaron y nos ayudaron a cumplir con nuestro objetivo. Marchamos hacia el Palacio Nacional, para llegar frente al balcón presidencial  y como signo de protesta, nos mantuvimos hincados unos minutos, no se pudo hacer más, ante la posibilidad de una nueva agresión.

  Camino a casa, ya superado el miedo, una alegría invadió mi corazón de trabajador disidente, esa fue la primera ocasión en que varias organizaciones sindicales independientes  marcharon en un desfile del Primero de Mayo.