Cambios en el gabinete federal, pospuestos; es tiempo de acomodos, adaptación y ajustes

Cambios en el gabinete federal, pospuestos; es tiempo de acomodos, adaptación y ajustes

*  Ricardo Monreal en su riel, Olga Sánchez en tobogán 

*  Más acompañamiento al Presidente; trabajo de equipo

* Los relevos pueden esperar, a menos que sean imprevistos

EL COORDINADOR de Morena en el senado, Ricardo Monreal declaró el jueves 27 de junio: “hace falta más acompañamiento del gabinete hacia el Presidente. El gabinete tiene que hacer un mejor trabajo. Dejan solo al Presidente”.  En el círculo del Poder Ejecutivo estas afirmaciones causaron molestia; el propio López Obrador le comentó después a Monreal –según el zacatecano-, que por el momento no cambiará a ninguno de sus cercanos colaboradores.

Si en los dichos de Monreal hay malicia competitiva, futurología política o simple descripción, no se sabe. En la evaluación del gabinete, habría que ir caso por caso. Lo cierto es que, en diversos medios, ya se adelantaban relevos pasando la celebración del primero de julio, a siete meses de zarpar el sexenio.

La versión más insistente  fue que en Gobernación, su titular Olga Sánchez Cordero pudiera vivir un conflicto, entre la inmovilidad y la lealtad. No se mueve de Bucareli y Marcelo Ebrard sale en la foto del exterior. No se hace presente en las gestiones con el magisterio movilizado, y el diputado Mario Delgado asume carácter estratégico de contacto. No cabildea recursos y Carlos Urzúa (Hacienda) junto con Raquel Buenrostro (Oficial mayor) distribuyen el queso.

Después vienen los malentendidos y las contradicciones, que adversarios de AMLO toman de mil amores. Buscan parque para combatir a una administración que se propone barrer con el pasado.

ESQUIZOFRENIA DELIBERATIVA

EL GOBIERNO federal asegura que el objetivo es la fundación de un nuevo Estado de Derecho. Legalidad sin simulaciones, dicen. Al mismo tiempo, la prisa por ejecutar políticas y acciones que juzgan prioritarias, provoca fuertes polémicas sobre la institucionalidad de las medidas.  Es terreno confuso, que en la opinión pública aparece con algo que llamaremos, a falta de un concepto más preciso, “esquizofrenia deliberativa”.

La esquizofrenia deliberativa es un ambiente cultural en el que las argumentaciones se repelen de forma tajante, construyendo abismos en lugar de puentes. En los extremos. Desconfiamos de los puentes. Dicha esquizofrenia toma partido a favor y en contra del sujeto político principal: AMLO Presidente. Esto le ha redituado curiosamente, en el corto plazo, pero no es seguro que a la larga le reditúe al país. Sin embargo, aunque algunos comentaristas acusan que AMLO tiene la responsabilidad de esa polarización a su alrededor, lo evidente en sentido cultural es que México estaba dividido desde antes de la aparición de Morena como partido político triunfador.

El Presidente pone su parte en la polémica, eso es indudable. Gusta de colocar dos bandos en sus reflexiones. No le gustan las tríadas, ni la realidad poliédrica. Mientras tanto, la estrategia política para enfrentarlo cojea del mismo pie. Los adversarios se contagian, o dejan al descubierto y abusan del pensamiento binario. Colocar un plebiscito de ‘sí o no’ cada vez que AMLO propone algo, se antoja simplista y simplificador. Simplista porque hay matices en cada tema y deben abordarse, como responsabilidad (periodística o política). Simplificador porque ese plebiscito de ‘sí o no’, oculta el contexto del problema a la ciudadanía. Es opinión pública que no realiza trabajo pedagógico, sino que abona a la esquizofrenia nacional, esa pérdida de contacto con la realidad lo que no conviene a quienes quieren transformarla.

BUSCANDO DESESPERADAMENTE A AMLO

La legalidad ha sido anhelo inmemorial en nuestro país, donde la justicia se tuerce en dirección de las élites. Podemos cotejarlo. Antes del México democrático, que podemos fechar en 1988 al arrancar la competencia política real, la población aceptaba la “legalidad legalona”, esa parcial y convenenciera. Era el punto de partida para cualquiera en su relación con los poderes.

La transición del poder PRI-PAN (2000-2012) ofreció un espejismo de legalidad y un continuismo de facto. Continuismo de modelo económico y de discrecionalidad (i)legal. La restauración del PRI (2012-2018) trajo un Dinosaurio joven, carnívoro en impunidad y corrupción. Lo mismo, pero con mayor voracidad. No sorprendió la decisión electoral de México el primero de julio de 2018. Era la hora de virar a la izquierda. No fueron mera estadística los 30 millones de votos: fueron lección de inteligencia política, coraje y hartazgo ciudadano.

Con esto en el tintero de la historia reciente, debe meditarse un trabajo recién salido del horno editorial, que la organización “Mexicanos contra la corrupción” dio a conocer (Nexos digital, junio 28) con motivo de los primeros siete meses de gobierno. Básicamente, se trata de “un recuento de acciones ilegales del Ejecutivo Federal”, a juicio de la investigadora María Amparo Casar. Para ser exactos 20 acciones que a decir de Héctor Aguilar Camín  “resultan una pedagogía cívica lamentable, pues el primer obligado a cumplir la ley es el gobierno”. En el recuento, con lupa y telescopio, se incluye la cancelación del Aeropuerto Texcoco, el Tren Maya (“sin consultar a territorios indígenas”), el banderazo de salida para Dos Bocas, el memorándum de AMLO a la SEP y Hacienda para no  aplicar acciones de la reforma educativa peñista (que luego se modificó en el Congreso). Lo que no viene en el recuento son los contextos que enfrentó AMLO al tocar poderes fácticos en México a través de  sus decisiones. Es un repaso sesgado, un balance desbalanceado.

(vmsamano@hotmail.com.mx)