La carestía, los electores y sus probables efectos

Reza un dicho en nuestro país que “cada quien habla de acuerdo a cómo le va en la feria”

Reza un dicho en nuestro país que “cada quien habla de acuerdo a cómo le va en la feria”. Seguramente esto es algo que a todos ha sucedido, si participamos en una actividad y nos va bien, hablaremos de buenos resultados, pero si las cosas no fueron lo esperado, sólo queda expresar la mala experiencia. Ahora en un fenómeno económico como en el que estamos inmersos ¿habrá personas o grupos que pudieran estar hablando de buenos resultados?

En un proceso de incremento de precios constantes como el que atravesamos ahora, las cosas son difíciles de dilucidar. Quien compra ve afectado su poder adquisitivo, quien práctica el comercio también compra, quien presta un servicio utiliza combustible, paga energía, consume; quien transforma, por igual padece de los efectos del fenómeno, y el gobierno ¿será éste el sector no perjudicado? A la distancia pudiéramos pensar que no es afectado, sin embargo, el gobierno es uno de los mayores consumidores -dirán algunos-, pero no daña su economía personal, en tanto que a todos los demás, nos afecta los bolsillos.

Sin embargo, si les afecta y de a mucho, tanto en lo personal (imagen) como en lo social. Y no se diga en lo político que es donde pudiera dolerle más a un gobierno. Las estrategias de la oposición en el país para mermar la gran aceptación de Andrés Manuel López Obrador, de poco o nada les han servido; en cambio este fenómeno que ha llegado para quedarse por un largo periodo, pudiera carcomer parte de esa credibilidad en el electorado, si las baterías de la oposición lo toman como bandera política, ya que esto afecta directamente los bolsillos de quienes menos tienen, los pobres.

La inflación en México, aunque en sus principios era menor a la de otros países, principalmente comparada con la de mayor poder económico, esta condición comienza a emparejarse y de revertirse; el golpe anímico a los seguidores de la 4ta transformación afectará negativamente en el electorado, principalmente en los estados en donde se llevaran a cabo elecciones el próximo año. 

En el mes de abril la inflación se ubicaba en 7.68 por ciento, para agosto escaló a 8.62 por ciento; de acuerdo a datos del INEGI, es en los alimentos donde la inflación alcanza los niveles más altos, hasta de un 13.77 por ciento para este mes, muy cercanos a los de agosto de 1999 de un 14.53 por ciento.

El gobierno de la 4ta. transformación para el mes de mayo anunció un plan contra la inflación del que no se han visto resultados que impacten, ya que los precios en los productos de primera necesidad y el de los energéticos no han dejado de incrementarse, elevándose la carestía de vida en la población asalariada. 

 

Si a esto le agregamos que muchas personas antes y después de la pandemia acudieron a los créditos en tiendas departamentales para adquirir con “facilidades de pago” algunos de sus bienes, el alza en las tasas de interés de referencia, cobrará facturas en sus compromisos financieros, ya que de no cubrir los montos totales de las mensualidades y sólo ajustase al pago mínimo, se les aplicará la tasa variable convenida y esto elevará el monto de su adeudo.  

Por ahí algunos analistas nacionales ya comienzan hablar de un presunto nervosismo que denotan en el jefe del Ejecutivo, donde el tema de la inflación ha pasado a ser recurrente en las reuniones matutinas del mandatario, principalmente con los titulares de economía, hacienda y gobernación, quienes se ha retrasados con la entrega del programa de acciones complementarias a las ya adoptadas en el mes de mayo, con el propósito de contener el incremento incesante de precios y que pudiera emplearse para garrotear la piñata, en que convertirían a la cuarta transformación, con los consecuentes efectos nada favorables para las elecciones del 2023.