Catedral de Tabasco y su entorno, momentos para compartir y ayudar
12/03/2021
La vacunación continúa en la entidad. Se va a paso acelerado. Las personas mayores de 60 años ahora ven una esperanza, sienten un escudo en su salud, porque están más que seguros que en caso de contraer el virus, su situación sería difícil por el grado de vulnerabilidad que representan.
No podemos hablar de todos. Hay reglas que se rompen. Me refiero a jóvenes con COVID que en dos semanas pierden la batalla.
Ahí queda la duda. Y surgen cientos de preguntas, sobre todo cuando estas personas mostraban cuadros sanos.
Es una especie de rareza. La cabeza da vueltas y el pensamiento se pierde, más cuando es un familiar el que se va de este mundo.
Por otro lado, la pandemia nos enseñó otra cara: la solidaridad. Ver a un puñado de ciudadanos formarse en la mañana y tarde para recibir un plato con comida, es plausible.
Hasta el momento he detentado dos. Uno, en la calle Bastar Zozaya, en un puesto de carnitas. Otro, afuera de la Catedral de Tabasco.
Las filas llegan a ser largas, incluso, las personas aparecen una hora antes de la repartición. No importante cual sea el menú. Lo interesante a resaltar son las acciones, esas que no buscan tintes políticos, ni salir en las redes.
Son lugares efímeros. Sin colorido. Lugares que se prestan para tratar de reacomodar lo sucedido, porque la pandemia va para largo. La enfermedad no se detiene, y un montón de gente sigue provocando que esto suceda. Veremos los rebrotes luego de Semana Santa.
En la fila de la Catedral está Don Ismael. Un hombre de la tercera edad. Sin empleo. Enfermo. Sin familiares. Él dice que sin fututo. Pero necesita alimentarse, y cuando supo por otros “colegas”, no lo dudó y vino a formarse.
Dice que no lo creía, “a estas alturas casi nadie te regala nada”. Con un plato desechable entre esas manos temblorosas da uno pasos. Baja unas escaleras y se dirige a un arriate para sentarse
Mira el “manjar” (desayuno). No hace gestos. Su barba en color café oscuro le cubre casi todo el rostro. Aparte su cabello rebelde le esconde la frente.
Se acomoda, a un lado deja la cuchara, y con los dedos saborea lo que es la primera comida del día.
Así como Don Ismael están más personas. Su estado de calle no les permite hacer más. La pandemia también los alcanzó, y son un poco la cara de nuestra realidad, una realidad que duele, lastima y nos hace a veces más inhumanos.
Los hospitales son un asunto delicado. En la economía hay crisis. Pero existe una población que no tiene absolutamente nada. Y es la que se vuelve invisible, o de plano no queremos ver.
Aquí está el momento para demostrar nuestra solidaridad. No se pide mucho. Pudiera ser arroz, frijol, lenteja, azúcar, leche… algo para compartir y ayudar.
PARÉNTESIS
Un problema añejo que sufren los automovilistas es el robo de gasolina, debido a que no reciben litros de a litros, sobre este problema el gobierno federal advirtió que si estas empresas tienen bombas mal calibradas se les retira la concesión. Pero hay que comenzar con los inspectores, no vaya a ser que estén mal calibrados. (kundera_w@hotmail.com)
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