Chente, "pero sigues siendo el rey"
Solo que hay quienes en su paso por la vida dejan huella
UNO
La edad, Chente, el viejo y nuevo tiempo, poco a poco nos come, como si fuera una trituradora. Y nadie escapa. Dicen que muchos hombres en la antigüedad buscaron elíxires y otras fórmulas para la vida eterna, pero poco a poco se fueron dando cuenta que esto es imposible. Llega un buen día en que nos vamos. Y te ha tocado este día, venturoso y frenético Día de las Lupes.
DOS
Solo que hay quienes en su paso por la vida dejan huella. Y en este caso tú la has dejado, de tal manera que podríamos decir que tú si has alcanzado la inmortalidad con tus interpretaciones, que nos seguirán acompañando a causa de sus malditos amores.
TRES
Qué barbaridad ese prodigio de tu voz. Fuerte aunque no tan bella en los inicios. Cerrera y no tan modulada. Propia para todo tipo de eventos, ni se diga los bares y las cantinas, en esos cantos dolorosos de los compas que han perdido un amor, que los han echado de una relación, y que basta una u otra para enconar todo lo interno y tratar que una paloma mensajera salga de esos tugurios, pobres o de alcurnia, de barrio o de la alta, para llevar el mensaje a donde está la paloma querida, pero ya ausente en la vida de uno.
CUATRO
"No lo van a creer, pero la voz de Vicente Fernández hace vibrar los cristales de las ventanas", nos dijo el Profe. Manuel García Costilla, director de la Normal Mainero, en una tarde en la que nos reunió a los de la rondalla para felicitarnos y reconocernos nuestra labor de llevar música romántica y el nombre de nuestra escuela a muchas partes del estado.
CINCO
No te ví en palenques. No me llamó la atención, lo reconozco, y aparte mi bolsillo es norteño y duele el codo. Pero amigos y amigas que fueron me cuentan maravillas. Tu entrega amorosa y total al público. Se cuenta que eras incansable. Botellita al lado. Imagen del prototipo macho mexicano, charro cantor. Una canción y otra y otra más, y le damos otra, como los gritos del vende cobijas en la feria.
SEIS
Y además no había fin en esos eventos. Dicen que decías señalando a una persona: "ese señor es el empresario, y me está haciendo señas de que ya le corte y me vaya. Pero yo no le debo nada a él, sino a todos ustedes, mi público. Así que yo dejaré de cantar hasta que ustedes dejen de aplaudir".
SIETE
En tus inicios te comparaban, algo inevitable, con Javier Solís, que había muerto joven. Tú tenías una voz chillona aunque fuerte. Javier la modulaba lindo, como hablando al oído a la pareja. No te daban mucho futuro. Pero poco a poco te fuiste metiendo en el gusto popular. Una porque trabajaste mejor tu voz. Y otra porque el avance de la tecnología ha avanzado mucho. Pero.
OCHO
Pero en vivo tu vozarrón hacía temblar los corazones heridos, remover nostalgias, reabrir heridas emocionales, recordar a la persona que se fue, y no escucha el clamor de volver, volver. Así, la gran mayoría de las personas cuya vida sentimental tiene motivos que se encuentran con las letras de tus interpretaciones, encontró una fuente de consuelo en tus discos.
NUEVE
Yo canté "Paloma querida" en la rondalla de mi escuela Normal. Y me la aprendí para cantarla igual en algunos eventos cuando llegaba el mariachi. Y pásenme el micrófono, y más si entre pecho y espalda había ya unas dos o tres cervezas. Y allí estaba yo, tratando de imitarte, que ni en sueños, pero cuando menos haciendo el intento. Y eso sí, no cualquiera. ¿O no?
DIEZ
Gracias Chente, porque con la letra El Rey, de José Alfredo, pero con tu voz, nos salvaste de los ridículos de andar de rogones, y disfrutábamos con el orgullo herido pero con la frente en alto: "yo sé bien que estoy afuera (de su corazón) pero el día en que yo me muera, sé que tendrás que llorar. Dirás que no me quisiste, pero vas a estar muy triste y así te vas a quedar".