Construir la ciudad; hacerla habitable

Si bien se lee a buenas plumas escribir sobre la urgente tarea de “repensar la ciudad”

Si bien se lee a buenas plumas escribir sobre la urgente tarea de “repensar la ciudad”, con el ánimo de hacerla habitable y de mayor beneficio, tanto económico, como social; poniéndola en la circunstancia de aprovechar la inversión que hoy se hace en su infraestructura, también se debe de pensar como aquel espacio que debería de generar en sus ocupantes una preocupación mayor desde diversos enfoques, ya que una ciudad es también quien la habita, quien la padece, quien la disfruta, construye y deconstruye.

Villahermosa es aún ese “peligro para caminantes” del que escribió el poeta más villahermosino de la última generación de poetas, pero también es “una ciudad luminosa”, una ciudad que ha tenido un crecimiento exponencial mayúsculo, propiciado por la diáspora azuzada por el “boom” petrolero y, ahora por el “boom” energético.

Es una ciudad que está rebasada infraestructuralmente, tanto en sus servicios básicos, como en su infraestructura cultural, pues dentro de ésta sólo se cuenta con 25 bibliotecas públicas municipales, para atender a más de medio millón de habitantes, que centran su densidad poblacional en las edades propicias para utilizar estos inmuebles.

Así mismo, la capital del estado, cuenta con dos casas de arte popular y un taller de arte, ubicados en la región de mayor población originaria, hacia Villa Tamulté de las Sabanas, una casa del Ballet Folklórico de la Ciudad de Villahermosa, con dirección de la colonia García, y un Centro Cultural Villahermosa, ubicado en el corazón de la ciudad, distribuido en 6 salas de exposición (de las cuales sólo se cuenta con 3, ya rehabilitadas), un teatro de 108 butacas, terraza, patio interior y una fachada de espejos que es una galería permanente. Es decir, 30 inmuebles culturales para atender la gran demanda poblacional. Claro, la centralidad con la que se dinamizó la cultura, le ha dado otros recintos al ámbito cultural que corresponden a la administración estatal y federal.

Una ciudad como la nuestra, debería de replantearse espacios acordes a las dinámicas culturales que le acontecen a la sociedad que la vive; en este sentido, debería de tener un espacio para resguardar la memoria e identidad de los habitantes de Centro, entiéndase museo; una o dos salas de conciertos para los diversos géneros musicales, un poliforum, bibliotecas especializadas, archivos sistematizados, librerías y otros tantos espacios que le permitieran construir ciudadanía, ya que la infraestructura de servicios es prioritaria, pero aparejada a ella, debe de estar el abono para la reflexión, que sólo lo dan los espacios culturales. Aunque en la presente administración municipal se están rehabilitando espacios culturales, rompiendo el paradigma añejo de que sólo se le invierte a través de programas federales a la infraestructura cultural, ahora se invierte con recursos propios, reactivando inmuebles con rezagos de más de dos décadas de deterioro.

Pero no debe de ser sólo tarea del gobierno, sino de la sociedad civil, de los empresarios, ya que los espacios culturales son propicios para que las personas desconocidas se transformen en vecinos, construyan una comunidad, y entiendan que hacer cultura es hacer convivencia, convivencia que transforma la realidad social. Si no entendemos esto como sociedad, esta ciudad seguirá en la nostalgia de quien añora los tiempos oligárquicos de apellidos de abolengo con código postal de cifras cerradas y costumbres que ya no le pertenecen al ciudadano que la transita todos los días.