Colaboración invitada
Focos rojos en la relación Mexico-EE.UU ¿Riesgo de intervención?
El término diplomacia deriva del verbo griego diploun, que significa “doble” o “doblar” y refería al documento plegado en dos partes que portaban los emisarios que llevaban un mensaje de un soberano a otro. Para muchos también, el origen etimológico correspondería a la osada pulcritud de los intentos por los soberanos de esconder siempre sus buenas o malas intenciones, a través del envío de sus “diplomáticos” cuya labor no era más que exponer ante sus homólogos, una versión oficial y ocultar la verdadera, siempre de forma estratégica. Algo así pareciera estar pasando hoy, a decir de los recientes acontecimientos que han crispado las relaciones entre México y Estados Unidos.
Todo comenzó -al menos mediáticamente- con el secuestro y muerte de ciudadanos estadounidense por parte de grupos criminales en Matamoros, Tamaulipas, el pasado 3 de marzo. Y aunque las investigaciones continúan, se sabe recientemente, que armas utilizadas en este hecho, fueron compradas directamente en Estados Unidos, lo que ha levantado una enorme polvareda en los más altos círculos políticos en ambos lados de la frontera.
Sin embargo -poco antes-, el 12 de Enero, un par de congresistas repúblicanos, Dan Crenshaw de Texas y Michael Waltz de Florida, habían presentado una iniciativa de ley para “autorizar el uso de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos contra los responsables de traficar fentanilo hacia su país”. Si bien el hecho, en ese momento, pasó desapercibido, lo sucedido en Matamoros sirvió como carburante de los deseos incendiarios del sector más conservador al norte del Río Bravo pero también, al sur, sobre una intervención estadounidense en suelo mexicano.
A raíz de lo sucedido, el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien conoce muy bien la historia tanto nacional como internacional, sabe que las intervenciones militares de los estadounidenses en la región, han sido todas, so pretexto de “salvaguardar el interés y la vida de sus ciudadanos en el exterior”; por lo que se ha visto obligado a defender con ahínco, nuestra soberanía nacional ,desde todas las palestras, incluyendo la del zócalo en la pasada concentración del sábado 18 de marzo ,por el 85 aniversario de la expropiación petrolera al gritar a los cuatro vientos: “con Estados Unidos, cooperación sí, intervencionismo no”.
Por fiebre electoral o no, la política estadounidense comienzan a inclinar su agenda política y mediática hacia México -el próximo año los vecinos del norte también tendrán elecciones presidenciales-.
Por ello, el presidente AMLO, ha instruído al canciller Marcelo Ebrard, ha desplegar toda la red consular de México en Estados Unidos (la más grande del mundo) para proteger a nuestros conciudadanos y defender nuestras nobles causas. Lo que se ve a corto y mediano plazo en las relaciones entre ambos países, se muestra oscuro y con ánimo de tormentas.
En México, la necesidad de contar con un jefe de Estado fuerte y legitimado para luchar por nuestra soberanía, esta asegurada; pero ¿quiénes serán los aliados del presidente en las batallas por venir? De entrada ya hay destapes. En medio de la agitación, el aún consejero presidente del INE y fiero combatiente de la 4T, Lorenzo Córdova, realiza una gira por Estados Unidos que incluye disertaciones sobre temas como “el riesgo de los autoritarismos en América Latina” y un encuentro con Brian Nichols, Subsecretario del Departamento de Estado para América Latina.
Aquí en México, por su parte, el embajador de Estados Unidos, se reunió hace unos días, nada más y nada menos que con Norma Piña, la ministra presidenta de la SCJN. No es de creer, que el embajador Ken Salazar no conozca de las tribulaciones políticas por las que cruzan los titulares de ambos poderes, el ejecutivo y el judicial. ¿Por qué elige ahora, en medio de tanta turbulencia, reunirse con una antagónica del presidente? ¿Qué mensaje quieren mandar?
La diplomacia estadounidense parece conjugar bien el verbo griego diploun y esconden entre sus actos y declaraciones oficiales, una intención oculta. Ya habremos de saber, cual es.