OPINIÓN

Colaboración invitada
10/10/2025

¿A quiénes sirve el Derecho?

Sobre la acera de una de las múltiples calles de Tapachula, Chiapas, platico con un hombre haitiano de menos de 40 años. Viaja solo porque no pudo financiar los pasajes de toda su familia. Me cuenta que lleva diez meses en la ciudad y que su trámite de refugio está prácticamente detenido: la COMAR (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados) no tiene traductor de creole o francés para atenderlo. Me pregunta: "¿Por qué pasa eso?". Le respondí que la ley en materia de refugio establece que el procedimiento debería resolverse en 45 días hábiles, o máximo 90 cuando no hay intérprete. Sin embargo, él ya ha esperado mucho más que eso.

Días después, en compañía de varios tapachultecos, asistí a la proyección del documental No Other Land, dirigido por el periodista palestino Basel Adra, el fotógrafo Hamdan Ballal y el periodista israelí Yuval Abraham. La obra retrata la resistencia de la comunidad palestina de Massafer Yatta, en Cisjordania, ante el desplazamiento forzado ordenado por un tribunal israelí, que decidió entregar su territorio histórico al ejército para instalar un campo de entrenamiento militar. La película concluye en 2023 con imágenes estremecedoras de colonos israelíes disparando contra la población, bajo la aquiescencia de las fuerzas armadas. Hoy, Basel Adra sigue compartiendo videos de la violencia que persiste. "Nos hicieron extranjeros de nuestra propia tierra", relata un habitante de Massafer Yatta.

Ambos escenarios —Tapachula y Cisjordania— muestran realidades distintas pero atravesadas por la misma pregunta: ¿A quién sirve el derecho? En uno, una ley incumplida mantiene a un hombre atrapado en la espera forzada; en el otro, una sentencia judicial legitima el despojo y la violencia.

"La ética del Estado es el derecho", escribe la activista Carla Escoffié. El derecho no explica los fenómenos sociales, más bien reacciona contra quienes lo cuestionan, contra quienes resisten. De ahí la necesidad de seguir criticando, reflexionando, investigando y, sobre todo, resistiendo desde los distintos sures. Solo así podremos exigir que el derecho cumpla con lo que promete la Constitución: ser universal, progresivo, interdependiente e indivisible, en beneficio del bienestar social.

En la reciente cumbre de Naciones Unidas, los líderes mundiales volvieron a exhibir sus divisiones y cálculos políticos. Frente a ello, la tarea es clara, ocupar la tribuna pública, denunciar las violaciones sistemáticas de derechos humanos y proponer soluciones globales. Porque el derecho, cuando se subordina al poder, se convierte en una herramienta de exclusión; pero cuando lo reclamamos desde los márgenes y lo llenamos de humanidad, puede ser un camino de justicia. La pregunta no es solo a quién sirve hoy, sino a quiénes queremos que sirva mañana.

 




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