Como opción de gobierno: el voto fragmentado
15/06/2022
Históricamente, la izquierda en México ha tenido vocación de picadillo
En estas líneas se recapitulan los retos que afrontó y tuvo que remontar la izquierda dividida, que con el voto fragmentado perdía competitividad electoral. Se trataba de aritmética simple: no era lo mismo votar por un candidato que votar por dos o tres. Para 2024, un escenario de Morena dividido -la ruptura de un aspirante, como Ricardo Monreal o Marcelo Ebrard- fortalecería a las alianzas opositoras. Otra vez, crucial cuestión de aritmética.
Podría decirse que Morena no puede calificarse en general como partido o movimiento de izquierda, pero sus dirigentes reclaman para sí esa denominación en todas sus vertientes frente a los “conservadores” de derecha.
Históricamente, la izquierda en México ha tenido vocación de picadillo, lo que lamentablemente le hacía perder eficacia en las urnas. La fórmula del desorden fue: grupúsculos para dividirse, y luego de la división más grupúsculos. Protagonismo y rebeldía mataba crecimiento y racionalidad política. Esto sucedió desde la prehistoria del Partido Comunista y Socialista en México.
Por eso Ricardo Flores Magón pasó del comunismo al anarquismo, mientras don José Revueltas escribió la monumental obra “Ensayo sobre un proletariado sin cabeza”. El sectarismo como destino manifiesto y la división como eje de la argumentación libre, la izquierda se perdía en sus debates internos: fue su propia enemiga y forjó durante mucho tiempo su propia ruina.
La izquierda no sabía procesar el disenso, el desacuerdo, en sus filas. Lo que logró Morena en 2018 fue hazaña mayúscula, galvanizada alrededor de una figura política de credibilidad forjada en terracería: entre 2004 y 2017, AMLO visitó hasta por dos ocasiones todos los municipios del país.
Ahora el reto electoral de la izquierda y su coalición es mayúsculo, siendo gobierno y con varias opciones de peso a ofertar como candidatos presidenciales en las elecciones de 2024. Los ciudadanos saben cuál ha sido el camino de López Obrador, pero ahora él no estará en la boleta. Y si hay alguna ruptura en Morena, ¿cómo elegir entre candidatos de izquierda que serán opción semejante y que se asumirán herederos de AMLO?
Puede suceder si Ricardo Monreal acepta la oferta de Movimiento Ciudadano, o si alguien convence a Marcelo Ebrard para, con otro membrete, pelear en las urnas con Claudia Sheinbaum o Adán Augusto López; también puede ocurrir si Gerardo Fernández Noroña del PT entra en juego. Dice que va en vocho y que los otros van en Ferrari. La pregunta será, si hay división: ¿cómo darle ventaja al candidato más viable y que represente la continuidad del proyecto de gobierno de la 4T?
Se comprende que López Obrador diga que todo lo decidirá una encuesta: hay varias corcholatas de peso (como él las designó). Antes de AMLO y Morena, la izquierda no había superado el 20% de la votación total en elecciones intermedias (no presidenciales). Si la división aparece en el horizonte, habrá una oportunidad para el candidato del bloque opositor, si éste se concreta para el 2024 presidencial. Claro, los opositores no han podido construir un bloque consistente. Sigamos.
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