Consecuencia irreversible del tercer debate: AMLO será Presidente

Consecuencia irreversible del tercer debate: AMLO será Presidente

Dice el refrán que “el que pega primero, pega dos veces” pero hay otro que le gana la mano y es ese que asegura que “quien ríe el último ríe mejor”. Eso le pasó a Andrés Manuel López Obrador que en el primer debate se vio superado con creces por Ricardo Anaya y José Antonio Meade, y hasta por El Bronco, pero en este tercero que vimos el martes triunfó AMLO por goleada. En el tema que en principio es el que menos domina, la economía, con dos o tres conceptos básicos destrozó a sus contrincantes en el educativo ya salía con jugada por el apoyo de los sindicatos con el que cuenta de forma irrestricta, y el resto del debate se limitó a ver como se peleaban Meade y Anaya. De que ganó el debate lo ganó, no cabe la menor duda. Y de que el que perdió fue Anaya tampoco cabe duda. Perdió los estribos, sacó su furia y daba miedo acercarse a él porque era evidente que estaba buscando guerra. Nada que le guste a los electores, por cierto. Así las cosas ya no hay mucho más que decir: Andrés Manuel López Obrador será el próximo Presidente de México, si no hay una catástrofe, que en principio no es previsible. Sus adversarios solo tienen un camino hasta las elecciones del 1 de julio; Mucha paciencia. Sólo los que han sido agraciados con el don de soportar sin alterarse las cosas desagradables pueden distinguir si la paciencia es una virtud o una fatalidad. Siempre ha tenido muy buena prensa y hay expertos entomólogos que la clasifican según su eficacia. Lo único que está claro es que es agotable, al contrario de la avaricia. En México, con estos acontecimientos, que son la víspera de un cambio radical en el modo de hacer política, el pueblo, eso que llamamos pueblo que incluye a la turba y a la plebe, aguanta lo que le echen y si continuamos con el refranero que dice que “sarna con gusto no pica” una mayoría muy calificada quiere a López Obrador de Presidente. Nada que objetar a la voz de los ciudadanos que ya se sabe que es la voz de Dios. En este planeta de tercera división galáctica, el 99% de la riqueza acumulada por sus transitorios huéspedes está en posesión del 1% de ellos. Un mal reparto que no ha podido ser corregido por el cristianismo ni por el marxismo, esos dos experimentos fracasados. En lo que nos corresponde a nosotros tenemos a Andrés Manuel López Obrador que pretende acabar con ese desequilibrio en México, con la ayuda de millones de mexicanos. Esta batalla también exige tener paciencia, que no sabemos si será una virtud teologal, nacional o comarcal, pero que sospechamos que es preciso hacerla crecer cada día que pasa sin que pase nada decisivo. Debemos perseverar en la paciencia hasta que se aclaren las cosas en medio de la oscuridad. Shakespeare, especialista en la naturaleza humana, la llama engañosa y hay que reconocer que ponía bien los adjetivos. Debemos saber esperar, incluso con toda probabilidad de que aparezca lo que no esperamos. Algunas religiones, especialmente consoladoras, definen a la fe como la seguridad de habitar un mundo del que nadie ha regresado. Sin duda debe de ser un lugar confortable. Pronto lo sabremos. No me tomen a mal que no pueda revelar nada, porque no tengo ni idea de hacia dónde vamos.