COVID-19, inversiones y entorno seguro; en la mira factores de riesgo para emprendedores

*Estado Mexicano: garantizar el derecho la vida y la seguridad *Imagen de los gobiernos también en juego al combatir al virus

EXISTE una  explicable y justificada urgencia por salvar vidas, evitar el freno de contagios por COVID-19. No hay que olvidar que es una de las funciones del Estado (así se expresa en la Constitución), de acuerdo al  Artículo 1º: “…reconoce y garantiza el derecho a la vida, desde el primer instante de su existencia, como el primero y anterior a cualquier otro derecho”. ¿La buena economía es condición necesaria para la vida? Lo es, como también la atención médica. Más todavía en una “economía moral”.

Esta emergencia sanitaria tiene altos costos humanos, pero también económicos, tanto por los recursos que se han obligado a destinar los gobiernos y las familias para enfrentar la enfermedad, como por la suspensión de las actividades “no esenciales”. Sin duda que los consejeros para inversionistas están siguiendo puntualmente la respuesta de los gobiernos a esta crisis para evaluar riesgos de sus clientes.

¿Cuál es el mejor sitio para invertir? Es la pregunta clásica. Los especialistas elaboran indicadores cuantificables como la volatilidad, la rentabilidad o el retorno del capital. Hay valores específicos como la seguridad pública, la estabilidad política, la seguridad territorial –entendida ésta como el peligro de desastres-; es casi un hecho que también se incorporará ahora la seguridad sanitaria. O por lo menos la capacidad de respuesta ante un riesgo de este tipo.

De lo que no hay duda es que si un país o una entidad quieren ser competitivas tendrán que mejorar sensiblemente sus sistemas de salud...y la garantía de derecho a la vida.

ECONOMÍA, SALUD, SEGURIDAD

ME DECÍA en una entrevista Alberto Olvera, doctor en Sociología e investigador de la Universidad Veracruzana, que en el caso de México “hay razón en la critica que se la ha hecho al sistema de salud implantado en los 70 años pasados, era un sistema muy fragmentado administrativamente lo que hace que haya poca eficacia en su funcionamiento”. Fragmentado y corrupto, subrayó.

“Por otro lado –señaló- tenemos que invertir más en salud como país. México invierte solo el 3% del PIB en salud, el promedio de los países de América Latina anda entre el 6 y el 7% y en los países desarrollados hasta el 9%. Tenemos un sistema sub financiado, por eso hay un déficit monumental de capacidades”. Lo que se ha puesto de manifiesto en esta epidemia y que ha obligado a las autoridades a responder a marchas forzadas.

Pero también advertía el estudioso que las condiciones para el regreso a las actividades “tienen que ser muy estrictas, en los centros de trabajo formales, como las gigantescas oficinas de Pemex que hay en Villahermosa, los comercios grandes, las plazas, los restaurantes, necesitan tener medidas sanitarias estrictas. El problema es que las empresas están descapitalizadas después de meses sin trabajar, va a haber muy poca capacidad para crear las condiciones para un regreso seguro al trabajo”.

Otra circunstancias desgastante es, como lo señaló el investigador Javier Herrera, que en la incertidumbre de abrir y cerrar (según avance o retroceda el semáforo de la epidemia), los empresarios invierten en desinfectar y establecer las condiciones necesarias para un retorno seguro (limpian, remodelan, etc.), para luego tener que volver a parar…y volver a invertir para abrir.  

EL RETO DEL TRANSPORTE

PERO NO sólo eso. Basta dar una vuelta por los grandes centros comerciales y plazas que se establecieron en Villahermosa como símbolo de auge para observar el paulatino cierre de negocios, porque ya resulta incosteable y difícil pagar las rentas. Muchos pequeños emprendedores acudieron a las oportunidades que ofrecían los sitios que concentran consumidores…una concentración que ya es considerada riesgosa y deberá replantear el modelo de las plazas.

Otro aspecto que no se debe perder de vista es el señalado por el investigador Olvera Rivera y que resultó evidente en Tabasco, durante las primeras medidas anti epidemia. Me comentó: “No sirve de mucho que tengas condiciones sanitarias en el lugar de trabajo (o en las escuelas) si llegar ahí es un riesgo, como sucede en el transporte público si no todos usamos mascarillas”. Pero al mismo tiempo tenemos un modelo de transporte obsoleto que deberá revisarse a profundidad.

Un reporte recabado por el gobierno federal y el Instituto Mexicano del Transporte (IMT), refiere que ante la pandemia “casi todos los países muestran un sensible descenso de uso del transporte público, variando del 53.5% en Belo Horizonte, hasta 85.6% en Bogotá. Para el caso de la Ciudad de México, el descenso llegó al 76%, incluyendo la movilidad en Metro, Metrobús, RTP, Tranvía, Trolebús, Tren Eléctrico, Ecobici y las formas de micromovilidad”.

Como usted sabe, el confinamiento y la disminución de la movilidad pública, se convirtió en la estrategia central contra la dispersión del virus…en sentido contrario se puede constatar que al aumentar la movilidad crecen los riesgos de contagio.

Gobiernos como el de la Ciudad de México y Nuevo León, por ejemplo, que tienen las concentraciones de población más altas del país, pero también una intensa actividad industrial y comercial, han expresado su preocupación por garantizar a los empresarios, inversionistas y trabajadores no sólo un retorno, sino un entorno seguro.

Tabasco, aunque no tiene una voluminosa movilidad de trabajadores en las actividades productivas –el mayor número de laborantes se concentra en el campo y en la burocracia-, requiere garantizar condiciones de entorno seguro para una actividad clave en estos momentos: la petrolera. También para la construcción, sobre todo vinculada al sector energético. Hay competitividad en el combate al virus. (vmsamano@hotmail.com)