Crecen los adversarios de la 4T

“La responsabilidad social de los empresarios es la ganancia.” Milton Friedman

Mientras más avanza la implementación del cambio de régimen político y sobre todo el combate a la corrupción, los adversarios se multiplican y, en algunos casos, se radicalizan. Los conservadores saben muy bien que las graves dificultades sanitarias y económicas ocasionadas por la pandemia del Covid-19 y el consecuente desgaste del gobierno de la 4T, les ofrece la oportunidad de recuperar el consenso en las próximas elecciones.  

Hoy por hoy el consenso está con el presidente AMLO y con Morena (20 puntos arriba del PAN en la última encuesta del Financiero), a efecto de otorgar al Estado y no el mercado la conducción de las riendas del país, con el objeto fortalecer la soberanía nacional, el desarrollo económico y el bienestar social.

Hasta el Papa Francisco, en su nueva encíclica, condena el "dogma neoliberal", al definirlo como un "pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente".

Para el Papa "la especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos", y la pandemia puso en evidencia “la incapacidad de los dirigentes de actuar conjuntamente en un mundo falsamente globalizado”. Además, advierte que "el virus del individualismo radical es el virus más difícil de derrotar", por lo que propone "aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos".

La derecha en México está más obligada a atender el agudo mensaje del Papa Francisco en contra del neoliberalismo y hacer a un lado sus reaccionarias manifestaciones.

Sin embargo, ahora que el presidente AMLO condena el “dogma neoliberal” y está transformando al país con ideas de izquierda coincidentes con las del Papa, algunos conservadores hacen gala de su “individualismo radical” para poner el grito en el cielo y confrontar al gobierno de la 4T.

El enorme poder económico de la élite dominante y su influencia en los medianos y pequeños empresarios que forman la mayor parte de las clases medias, así como la poderosa oligarquía neoliberal que controla el mercado mundial, hacen de estos sectores un adversario de primer orden.

El choque frontal entre la dirección política de izquierda y la élite empresarial debe de procesarse mediante acuerdos políticos que beneficie a ambos, es importante que los inversionistas dejen de lado la desconfianza que generan los cambios y, en especial, la presión que ejercen algunos para recuperar los privilegios perdidos.

Es curioso ver por primera ocasión a la derecha salir a las calles a manifestarse en automóviles. Se trata del Frente Nacional Anti-AMLO (FRENAA), un grupo radical comandado por los empresarios Gilberto Lozano y Pedro Martin Bringas, que exigen la renuncia del presidente AMLO por considerar que nos lleva al comunismo. A últimas fechas tomó fuerza con una manifestación en el Zócalo capitalino, en donde mantienen un plantón, pero con casas de campaña semivacías.  

El movimiento empresarial está por lanzar públicamente (20 de octubre) otra agrupación denominada “Sí por México” que, según dicen sus promotores Gustavo de Hoyos, dirigente de la Coparmex, y Claudio X González, principal beneficiario del neoliberalismo, está integrado por cerca de 100 organizaciones y pretende que “los políticos trabajen para las causas de las y los ciudadanos”, a través de una gran agenda nacional y una nueva mayoría por el Sí, en lugar de estarse confrontando entre ellos.

Dentro de la élite empresarial se ubica también a la mayoría de los dueños de los medios de comunicación que, junto con los intelectuales orgánicos que ocupan sus espacios de opinión, se han destacado por controvertir al presidente AMLO desde que llevó a la ciudad de México las “cajas de la ignominia” prueba del fraude en la elección al gobierno del estado en 1994.

¿Qué es lo que anima a la élite dominante y a los intelectuales orgánicos a confrontar al presidente AMLO? Créame que no es el libre mercado, la libertad de expresión o la democracia, sino la molestia causada por el fin de sus privilegios. La mezquina y corrupta complicidad entre el poder político y el poder económico se observa desde el “pase de charola” para las elecciones, los contratos a modo y el gasto en publicidad, hasta el no pago de impuestos y su condonación.

La élite empresarial ya no ve en el PAN ni en el PRI, capacidad para representar su desmedida ambición por las ganancias fáciles. Esto es lo único que explica su activa y abierta participación político- electoral.

El presidente AMLO garantiza la actividad empresarial y sus legítimas ganancias y, para mejorar su relación, recién puso en marcha proyectos de inversión para la recuperación económica. Eso sí, está en contra de los privilegios otorgados a la élite por la tecnocracia neoliberal y de la creciente corrupción e impunidad que aceitaron su ferviente complicidad.