Crecen los adversarios de la 4T/III y último

Para todos los que creían que las oposiciones partidarias conservadoras estaban moralmente derrotadas

Para todos los que creían que las oposiciones partidarias conservadoras estaban moralmente derrotadas, que luego de la aplanadora que les pasó en julio de 2018 habían quedado para el sótano de la historia, las elecciones de los estados de Coahuila e Hidalgo dejan ver que los adversarios políticos de la 4T están en lo suyo, aprovechando cualquier resquicio para salir victoriosos.

Quien iba a pensar que un PRI tan vituperado y prácticamente desahuciado, se haya llevado el carro completo en Coahuila, esto es, las 16 diputaciones de mayoría con el 51.4% de la votación; mientras Morena quedó en segundo lugar con 20.1%. En Hidalgo el PRI gana en 32 de los 84 municipios, entre ellos Pachuca; el PRD en 7 y Morena en 6.

Se puede decir que los gobiernos priistas aceitaron bien su maquinaria fraudulenta; que Morena no ha podido ni siquiera arrancar motores, confrontados por la dirigencia nacional y que ya se nota el desgaste del gobierno federal. “Haiga sido como haiga sido”, el PRI le dio una buena tunda a Morena a pocos meses de la pelea estelar.

El caso es que estas elecciones ofrecen señales inequívocas sobre el verdadero y más poderoso adversario político del presidente AMLO y de Morena de cara a las elecciones de 2021: los gobernadores del PRI, PAN, PRD y PMC.

No es casual que 10 gobernadores del norte del país hayan conformado la Alianza Federalista para, aprovechando las crisis sanitaria y económica provocadas por la pandemia del Covid-19, reclamar al presidente AMLO un nuevo pacto federal porque, según ellos, aportan más de lo que reciben. Son cinco gobernadores del PAN: Martín Orozco de Aguascalientes, Javier Corral de Chihuahua, Francisco Cabeza de Vaca de Tamaulipas, José Rosas Aispuro de Durango y Diego Sinhue Rodríguez de Guanajuato. También se encuentran dos del PRI: Ignacio Peralta de Colima y Miguel Riquelme de Coahuila; uno del Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro de Jalisco y otro del PRD, Silvano Aureoles de Michoacán, así como un independiente, Jaime Rodríguez de Nuevo León.

Precisamente ayer lunes el beligerante gobernador de Jalisco, al solicitar una reunión de los aliancistas con el presidente AMLO, envió un fuerte mensaje en el que afirma que “ningún estado soberano que tenga un mínimo de dignidad puede seguir siendo parte de una federación cuando el Gobierno de la República nos ataca, nos ignora, nos insulta y nos quita lo que nos pertenece”. 

Es importante precisar que Morena solo gobierna seis entidades federativas y una el PES, las demás están en manos de gobernadores que están fraguando, junto con los empresarios que han perdido sus privilegios, los medios de comunicación que han intensificado sus críticas y los expresidentes que ahora se sienten perseguidos por la 4T, la construcción del Bloque Amplio Opositor (BOA), a fin de sacar la mejor raja política en las elecciones de 2021.

El peso político de los gobernadores no debe de subestimarse, sobre todo cuando sabemos que la transición democrática lejos de fomentar el desarrollo del país y la civilidad entre los mexicanos, se caracterizó por “la transferencia de poder y recursos del gobierno federal y de la presidencia hacia los gobernadores, poderes fácticos y actores de la más diversa índole, todos unidos por el hecho de encontrase aislados de la ciudadanía, carentes de obligación de rendir cuentas y, para todo fin práctico, sin contrapeso alguno”. (Luis Rubio, Nexos 406, octubre de 2011).

Con la desconcentración de los recursos públicos y la creciente tendencia de la mayoría de los gobernadores a contratar deuda, los estados dispusieron de enormes recursos que fueron utilizados no para promover el crecimiento económico y el bienestar social de sus respectivos estados sino, como dice Luis Rubio, para “beneficio personal, electoral y político” de los virreyes, esto es, para la corrupción y la manipulación de elecciones.

Sin duda el BOA va a disponer de un enorme poder económico y político y, si logra articular una buena estrategia electoral, podría poner en serios aprietos la consolidación de la 4T.

Ayudan las mañaneras, los programas sociales y el combate a la corrupción (con la ayuda de EU), pero habría que considerar las posibles restas por los resultados de la gestión sanitaria y económica de la pandemia del Covid-19 y el crecimiento y protagonismo de los poderosos adversarios de la 4T, a los que se podrían sumar ciertos sectores de la burocracia inconformes por la austeridad, los grupos sociales afectados por la cancelación de los fideicomisos y los grupos feministas en permanente protesta, entre otros.

Ahora que Morena cuenta con Mario Delgado como nuevo dirigente nacional, tendrán que procesar rápido las resistencias internas para dedicarse de lleno a la organización de la estructura partidaria en todo el país y a la selección de los mejores candidatos, a fin de evitar que las elecciones de 2021 se conviertan en el Waterloo de la 4T.