¿Cuántas lecciones más?
25/04/2020
Sorprendente lo que sucede con algunas especies de animales en estos días; no cabe duda, la naturaleza es sabia y nos habrá de dar lecciones tras lecciones. Fue necesario que ocurriera la pandemia del coronavirus o COVID 19, para hacer entender a la población por última vez, sobre los efectos del cambio climático y el daño que estamos y hemos ocasionado al planeta.
No debiera sorprendernos ver el regreso de algunas especies en zonas hace ya muchos años abandonadas por ellos: Orcas en Indian Arm, Canadá; una Ballena en la costa de Acapulco, Cóndores en zonas urbanas en Santiago de Chile, Lobos en Courcheve, de los Alpes franceses; Medusas en las Playas de Palawan, Filipinas, Osos paseando libremente por el Parque de Yosemite en Estados Unidos. Tortugas, Jaguares, Pingüinos, Guanacos en países como en la India, Argentina y otros más.
En Villahermosa, México, alguno que otros burros en los supermercados deambulando y tocando todos los alimentos y empaques sin llevar compras.
Respira el planeta, el agua se vuelve más transparente, la tierra se calienta menos, la atmósfera es clara, no hay tantas industrias, aeronaves y vehículos vertiendo el monóxido de carbono y otras partículas contaminantes peligrosas, las playas limpias sin basura, plásticos y paseantes, las ciudades y parques sin ruido, que cambio señores, ¡Que cambio Señor! Hasta el canto de las aves se escuchan en algunas ciudades.
Hoy es una lección que ha paralizado la paranoia del hombre y sus economías, nos sorprende y pone entredicho los servicios de salud, pero una lección más fuerte difícilmente la sortearemos como se espera ocurra ahora, ésta llamada de atención debiera ser más que un motivo, ser menos egoístas y los gobiernos dejar de un lado ideologías en torno al planeta para asumir una mayor responsabilidad, e instrumentar mejores medidas y programas inmediatos en favor de la Tierra.
En esta lección una cosa queda claro, no somos lo que decimos ser. No somos los conquistadores del planeta que nos creíamos, una partícula imperceptible a la vista del hombre nos ha hecho guarecernos en nuestras casas, ha puesto en evidencia los servicios médicos de quienes se creían todo poderosos, las formas y estructuras de organización que presumíamos tanto social como económica han sido tambaleadas con un certero puñetazo al rostro del retador.
Y cuando todo esto se termine qué haremos. ¿Volveremos nuevamente hacer lo mismo? A correr para salir al trabajo, volver locas a las ciudades, derrochar a la naturaleza, invadir los espacios de las otras especies, seguiremos a la conquista del espacio mientras la naturaleza nos grita ya basta; ojalá y no sea tarde, los que nos deja esta lección, es que todos somos coparticipes del deterioro ambiental y que la reorientación de la conducta del hombre con ella no es solo de los gobiernos, todos somos parte de la solución del problema.
Ya es tiempo de que todos hagamos las acciones necesarias para salvar al hombre. Un fin de semana quedemos todos en casa, una acción que debe repetirse cuando menos una vez por cada estación del año. Sería una contribución al planeta entre muchas más que deberos plantearnos.
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