De la pandemia en lo local y la espiritualidad

Durante esta etapa de encierro y confinamiento por el COVID-19, no ha dejado de asistir y visitar a los hermanos de su congregación en San Fernando

N. es peluquera, o lo que es lo mismo estilista de belleza, porque aprendió en una Academia de Belleza a cortar cabello, hacer tintes, rayitos. Es una mujer de 53 años que vive en la colonia El Castaño, en Macuspana, Tabasco, en donde nació y que su familia es una familia de creyentes católicos y cristianos pentecostés.

Para N., el COVID-19 proviene de un pacto satánico. Que ella lo supo desde que empezó esa enfermedad por revelación espiritual. Argumenta que ese pacto lo hicieron los Iluminatis (un grupo de personas que están en la política, en la ciencia, en la economía) y gobiernan toda la tierra. Cuando hicieron esa enfermedad “mezclaron veneno de serpiente, sangre de murciélago y sangre con VIH, SIDA” y “desde entonces eso cubrió toda la tierra”. Pero que Dios la mandó a orar por los niños y los ancianos, y cada vez que ora por los niños y ancianos que conoce, no se enferman, porque ve que hay algo “blanco” que los cubre y es una señal de Dios. Por eso cree que la pandemia es satánica.

Platica que durante esta etapa de encierro y confinamiento por el COVID-19, no ha dejado de asistir y visitar a los hermanos de su congregación en San Fernando, una ranchería cerca de donde vive, y es que antes de ir allá, se sentía mal de salud en su vientre durante varios días; pero al llegar a la casa pastoral (donde vive el pastor de su congregación con su familia), estuvieron orando intensamente, con mucha fuerza; desde ahí se le quitó ese mal y no le ha vuelto a regresar.

Y es que N. es creyente desde hace varios años, porque cuando se convirtió a Cristo, ella sanó de una enfermedad que le vino por un embrujo, pero que el doctor le dijo que era colitis crónica y que tenía que vivir con un medicamento toda la vida. Pero que cuando escucho hablar de Cristo, ella pidió perdón por sus pecados y oraron por ella los predicadores y desde ese momento sanó. Sanó, porque considera que Dios destruyó la brujería, el daño que le había hecho una mujer en Tamaulipas que le tenía envidia y donde ella vivió un tiempo.

Comenta con mucho ahínco, que el hermano o creyente pentecostés es alguien que tiene a Dios morando dentro de ella, y aprende a percibir cuando es algo de brujería y cosas espirituales. Que cuando llega a una casa, sabe si hay algo malo ahí porque lo percibe espiritualmente.

Que ella supo que lo de las inundaciones en Tabasco también es satánico, porque estaba orando en casa de una de sus amigas cristianas adventistas que le dieron alojo cuando se inundó la colonia El Castaño, cuando vio que entre las aguas venían dos espíritus de agua sobre el río que luego se regresaron y entonces supo que ya volverían a inundarse porque esos espíritus se fueron. Por eso cuando le dijeron que no se regresara a su casa porque volvería a inundarse ya que iba a seguir lloviendo, ella les dijo “que no, que no seguiría lloviendo ni se volverían a inundar y esto tiene hace más o menos un mes”  (1. Apuntes etnográfico de un martes de fin de año, 29 de diciembre de 2020 en Macuspana, Tabasco./ 2. La inundación a la que se refiere es a la del día 7 de noviembre de 2020, por la contingencia ambiental provocada por los huracanes de Centroamérica).