¿Debate?

¿Debate?

¿Qué tanto ayuda el debate a la decisión de los ciudadanos?, los que hacen mediciones y análisis dicen que es importante para un segmento del electorado que puede ser definitorio, ya que decide su voto a partir de lo que se presenta en éste ejercicio. Veremos que tanto impacta en las mediciones.

Desde antes de iniciado se preveía que sería una vitrina que todos utilizarían para “golpear”, exhibir y acorralar al puntero; ello sucedió, y lo desarrollado dejo patente múltiples certezas.

Lo que más quedo claro en este primer ejercicio, es que todos los candidatos, al menos los de los partidos utilizaron el tiempo para replicar lo que ya han esbozado en sus miles de spot que a diario se presentan.

Por candidatos podemos resaltar que:  

Anaya mostro sus dotes de buen debatiente y más aún mostró que es el único que propina golpes de precisión hacia AMLO y hacia Meade; en la “laminación del debate” el candidato del Frente sin duda no tiene rival, amén de que detenta un gran dominio y coordinación  entre lo que dice, gesticula y explica. Claro es que Anaya asumió con entereza que con el debate tenía la oportunidad de reducir la contienda a dos y despegarse de los demás, para ahora si ir con todo hacia la punta.

López Obrador llego, actuó y fomento verbal y corporalmente su estrategia de “yo soy el destinatario de los bombardeos, pero no me engancharé con nadie”, no se salió del guion y aun así por ratos pareció disfrutar el correteo, en otras si se vio en serios aprietos, aunque debe decirse sin cortapisas, el tabasqueño demostró una vez más que el ejercicio de debatir en tiempos de elecciones no es su fuerte, y que encasillado dentro de un foro, no le permite moverse con la soltura con la que se mueve en la calle. Lo cierto es que tras ser esta su tercer campaña, y también ver y asumir que su discurso es lo que lo ha mantenido en competencia, razonable es que no opte por cambiar sus posicionamientos. Ya se verá si le funciona y se cumple su máxima de que “la tercera es la vencida”.

José Antonio Meade llego a este ejercicio convencido de que la hora definitoria para su candidatura y su aspiración a la banda presidencial, era esta;  Pepe se desarrolló con la claridad, con dominio técnico y tuvo la enorme ventaja de que el formato no permitiera mayor tiempo, porque ante los embates de Anaya, su falta de tiempo lo salvo de pronunciarse sobre la honestidad de EPN. Con una pila de datos técnicos, pretendió llegar y llenar el ojo del electorado, ya se verá si le alcanza.

Llamo mucho la atención la primera “civilidad” del Bronco; Jaime Rodríguez Calderón inicio conciliador, rompió su postura al proponer y aceptar que de ser presidente “al que robe hay que mocharle la mano”, postura que en redes sociales generó escozor y criticas airadas; aún asi el Bronco sigue en su posición de que a través de las redes sociales se gobierne. Parca y sin mayor sorpresa la participación de independiente neolonés.

Margarita Zavala mostro entereza y determinación, se centró en dejar patente que es detentadora de identidad propia, que no cimienta su aspiración ni su visión de país a partir de la figura de su esposo, el ex presidente Felipe Calderón; la Señora Zavala no desaprovechó la oportunidad para atacar a Anaya.

Sin duda, este primer debate invitará a la reflexión, más que al ciudadano, a los candidatos, porque lo presentado fuese disperso y monótono, y con eso no se puede presumir que de ganar, atenderán las necesidades urgentes y transformaran al país.

En mi Punto de Vista, una de las innovaciones más alentadoras fue el papel incisivo, informado y neutral que los moderadores jugaron; sin duda con sus preguntas lograron sacar de balance a los candidatos; en el caso de los candidatos, como es natural todos se proclamaran ganadores, pero lo cierto es que no es rentable para México que este tipo de ejercicio se utilice nuevamente para ataques sin sentido, y se dejen en segundo plano las propuestas y su metodología de aplicación.