Del Confinamiento a la Libre Movilidad

Todo parece indicar que, aun cuando la pandemia está en su apogeo, la imperiosa necesidad de reactivar las actividades económicas que fueron suspendidas

Todo parece indicar que, aun cuando la pandemia está en su apogeo, la imperiosa necesidad de reactivar las actividades económicas que fueron suspendidas por los terribles y brutales efectos del coronavirus COVID-19, exige un cambio en las estrategias adoptadas para intentar contener la potencial escalada de contagios y muertes debido a su inevitable expansión en este mundo globalizado.

El cambio de señales ante la incertidumbre que provoca algo tan desconocido como silencioso y destructivo no ha dejado de confundir más a una sociedad temerosa que, entumecida por su reclusión, solo es testigo de la catástrofe. Bien lo dice Ignacio Ramonet en su invaluable ensayo “La pandemia y el sistema-mundo”, publicado por La Jornada el 25 abril de 2020, en donde afirma que: “A estas alturas, ya nadie ignora que la pandemia no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de «hecho social total», en el sentido de que convulsa el conjunto de las relaciones sociales, y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores”.

Gobiernos liberales o socialistas, de derecha o de izquierda, populistas o socialdemócratas, en sus distintos niveles, no logran establecer una clara orientación del esfuerzo colectivo para poner a salvo a sus respectivas comunidades de las múltiples calamidades provocadas por la pandemia. Datos y pronósticos de diversas fuentes institucionales, locales y externas, no coinciden. Las decisiones se convierten así en un campo minado por la controversia. Todos los gobiernos están expuestos a una prueba sumamente complicada, algunos la van a librar, pero otros inexorablemente van a caer de la gracia de sus respectivos gobernados.

Los ciudadanos, atemorizados, no solo ven cómo crece el número de contagiados y cómo van sucumbiendo las personas que pertenecen al llamado grupo de alta vulnerabilidad, sino que también se sienten confundidos, aturdidos por su inesperado y trágico confinamiento, solo observando cómo las autoridades mandan señales encontradas y cómo entran en conflicto los actores políticos en defensa de sus posiciones partidarias y en su inagotable búsqueda de culpables.

En lugar de ponderar la colaboración para conjuntar fuerzas y superar lo más pronto posible las difíciles y complicadas circunstancias que ha traído consigo la pandemia, están en plena competencia para llevar agua a su molino, para ganar las próximas elecciones.

No en vano la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha exhortado a los gobiernos de los distintos países a que sean coherentes en su actuación frente al COVID-19.

La decisión del momento más adecuado para abandonar la etapa de confinamiento y poner en marcha la economía, es un tema de vital importancia que deja ver el alto grado de incertidumbre ante la probabilidad de un rebrote del COVID-19, pues se trata de un fenómeno inédito que, como todo nuevo conocimiento, pasa por el tamiz de las aproximaciones sucesivas y del ensayo y error.

Con casi 90 días de confinamiento, México pasa a la etapa de una nueva normalidad acotada por un semáforo que marca el nivel de riesgo de contagios que priva en las distintas regiones del país. De hecho, este lunes 15 de junio se inicia la transición en 16 estados de la república, que pasaron del color rojo de máximo riesgo al naranja de alto riego (el amarillo es medio y el verde es bajo), posibilitando la realización de algunas actividades productivas que habían sido suspendidas.

Conforme a lo anterior, se puede decir que el gobierno federal ha logrado responder a la demanda de atención médica de los contagiados por el coronavirus y aún cuenta con los espacios suficientes. El problema es que sigue la incertidumbre con las fechas del llamado “pico” de la pandemia y las tendencias del número de nuevos contagios, situación que no deja de sembrar dudas y temor a los ciudadanos para salir de casa.

De ahí que el presidente López Obrador insista en que el confinamiento y los esfuerzos de su gobierno en la prevención y atención de este mortal padecimiento, han dado buenos resultados y que llegó la hora de que la gente recuperar su libertad y que cada uno asuma su responsabilidad en esta etapa de transición a la nueva normalidad, a través de un decálogo de superación personal que, para no perder la costumbre, ha sido cuestionado por los conservadores.

Sin embargo, pasar del confinamiento a la libre movilidad no va a ser nada fácil, considerando que el COVID-19 sigue al asecho y la información causa más dudas que certeza como en el caso de Tabasco que ya estamos en el color al tiempo que el gobernador Adán Augusto López Hernández dió a conocer el decreto respectivo, a pesar de que sigue alto el número de contagios por día, que aún no llegamos al “pico” y que el presidente López Obrador nos pone como mal ejemplo de la pandemia. Como dice el clásico: “que Dios nos agarre confesados”.