OPINIÓN

Del desarrollo estabilizador a la explotación excesiva del petróleo
01/07/2022

Estos datos son explicables por el largo periodo de tiempo entre 1970 y 2020

Continuamos nuestro análisis sobre la necesaria revisión del modelo financiero del país, tomando como referencia la relación de Pemex y Le Banco de México.

La solvencia financiera del Banco de México no estaría comprometida con pérdidas acumuladas que tendría que solventar, antes de incrementar sus reservas, si aplicara otro esquema. Según su Informe Anual de 2020 (p. 2), el primer concepto absorbió un monto de 121.8 mil millones de pesos (mmp), y el resto de las Utilidades, 43.2 mmp fueron agregados a la Reserva de Capital. Por supuesto, la alta proporción de Utilidad Contable relativa a otros conceptos contables del mismo Banco o de la economía nacional, como es el PIB, no se imaginan siquiera en el contexto de hoy día, operando el Banco con porcentajes muy modestos en relación con aquellos que prevalecieron en 1970.

Estos datos son explicables por el largo periodo de tiempo entre 1970 y 2020, pero también son contundentes. En 1970, un muy modesto Banco de México, trabajando con una también modesta economía nacional, pudo entregar resultados que no son posibles en nuestro tiempo. ¿Por qué?

Nuestra explicación es que, en 1970, todavía funcionaba el largo periodo de estabilidad nacional (precios y paridad con el dólar principalmente), llamado el Desarrollo Estabilizador. México venia, paso a paso, de menos a más. Pero, esto no era suficiente para los ilusos, especialmente los demagogos. Según ellos, había caminos más fáciles que tenían la gran ventaja de evitar el trabajo duro de desarrollo, eludir la virtud indispensable del esfuerzo humano, por su naturaleza sudorosa, y su sustitución por “una jugada” ideada en las altas esferas presidenciales y luego aplicada sin piedad sobre una población inerme mediante los innumerables tentáculos del Modelo Imperial que bofeteaban al Pueblo de un lado al otro según el ánimo del “líder”. Ningún país del mundo de los ahora desarrollados ha logrado su posición sin un super esfuerzo, no alguna jugada genial de su presidente, aunque muchos han aprovechado circunstancias favorables.

Y así, trágicamente, los gobiernos y el pueblo de México vieron a su riqueza petrolera por la única óptica que tienen: la sexenal. En 1973, se triplicó el precio de un barril de crudo de 3 a 9 dólares. Era lógico que México comenzará a explotar más a sus reservas petroleras. Pero, ¿con sus propios recursos?, o ¿con recursos externos?

El Desarrollo Estabilizador requería una adhesión relativamente estricta al primer camino, desde luego aparentemente más lento a la luz del concepto sexenal. “Hay todo este petróleo, y necesitamos a los dólares. Hay que sacarlo del subsuelo a como sea.” Es un hecho conocido que cada pozo petrolero tiene una tasa de explotación que maximiza su rendimiento. Ir más allá de esta tasa es acabar de dejar el recurso en el subsuelo, esperando otra tecnología más cara para su “recuperación” posterior. También implica la ocurrencia de accidentes como el Ixtoc.

El resultado fue:

1)    Un periodo de gran inflación con devaluaciones permanentes.

2)    El endeudamiento acelerado del Gobierno Federal y de PEMEX sin paralelo en ninguna etapa anterior de nuestra historia financiera.

3)    La creación de una psicología de inseguridad financiera entre todos los mexicanos, sus instituciones, y sus grupos dirigentes (políticos, empresarios, medios, etc.)

4)    La creencia, primero tecnocrática, pero después, bien vendido a todo el Pueblo, que la solución para el país no era en una economía estable, demasiado difícil de alcanzar, sino la acumulación de “Reservas” que harían frente a las deficiencias de una conducción económica y financiera mala.

5)    La consecuente acumulación acelerada de Reservas por parte del Banco de México, constantemente presionando más al débil peso, e impidiendo alcanzar una estabilidad económica nacional. Muy diferente sería la situación si hubiera un excedente constante en las cuentas externas del país, como por ejemplo es el caso de China, y el banco central limpia lo que considera exceso del mercado para mantener la moneda nacional competitiva. Pero somos un país deficitario: un déficit crónico significativo en nuestro intercambio con el exterior; y otro déficit crónico en las cuentas públicas. Ambos déficits pesan sobre cada paso incierto que da nuestra economía.

Las altas esferas políticas y hacendarias están sumamente conscientes del problema, juzgando por los múltiples pronunciamientos sobre el tema, especialmente los del C. Presidente López Obrador. Si me permite el lector continuaremos con este análisis de nuestra economía y las propuestas para salir del agujero. (EL AUTOR ES DOCTORADO EN ECONOMÍA POR LA  UNIVERSIDAD DE PENNSYLVANIA, 1971. COLABORADOR DE DIARIO PRESENTE)



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