Día con día

El peso del pasado

Ediciones Cal y Arena ha puesto a circular un pequeño gran libro de Fernando Escalante Gonzalbo: México: el peso del pasado. Es un ensamble de cinco ensayos breves cuyo hilo conductor es preguntar de nuevo sobre cosas que damos, falsamente, por resueltas.

"Tenemos demasiadas respuestas", dice Escalante. "Nos faltan preguntas".

Por ejemplo:

¿Cuánto estamos repitiendo del pasado?

¿Qué fue realmente el PRI?

¿Qué explica nuestra violencia?

¿Qué Ejército tenemos?

¿Hay un duelo nacional por tanta muerte?

Tenemos que volver a mirar, a mirarnos. Con mayor cuidado, con mayor detalle, por fuera de las respuestas que tenemos, porque esas respuestas no explican lo que pasa, ni lo que pasó.

Hay que ajustar los lentes a la diversidad real de lo ocurrido, entrar al territorio del pasado inmediato, que nos parece tan conocido, desconfiando de lo que creemos saber de él, volviendo a preguntar.

Escalante pregunta nuevas cosas:

¿Por qué regresa el pasado si lo hemos dejado atrás? ¿De qué pasado se trata?

¿Por qué el PRI sólo podía cumplir su misión si cavaba su tumba?

¿Qué modernización imposible se planteó la transición democrática?

¿Vivimos una rebelión de la clase política contra la modernización?

¿Por qué todo cambió en México en estos años, menos la procuración de justicia?

¿Por qué el Ejército provocó más violencia de la que evitó?

¿En qué consiste la ocupación militar del país?

¿Por qué han muerto un millón de mexicanos y no hay un duelo nacional?

Escalante no tiene respuestas acabadas a estas preguntas. Pero sus preguntas son el principio de unas respuestas distintas, alumbran zonas no vistas del inmenso desacomodo que vive el país.

Se trata de un desacomodo hecho de cambios a medias, de palos de ciego, de consecuencias no buscadas, de abundantes tiros por la culata.

La fábula del aprendiz de brujo no es la última imagen que viene a la cabeza cuando se leen estos ensayos de preguntas nuevas, de aproximaciones a lo no explicado, a lo no entendido, a lo respondido a medias, o en el rumbo equivocado.

Escribir es reescribir, pensar es repensar. México: el peso del pasado es, sobre todas las cosas, una invitación a pensar de nuevo, a repensar.