Don Enrique

Sin exagerar unos cinco minutos

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Yo estaba cerca de Don Enrique y Doña Julieta en un mitin en 2006, en Plaza de la Revolución de Villahermosa, Tabasco. Había aproximadamente 50 mil personas, tabasqueños sudorosos, la mayoría del campo y pobres de la ciudad, profesionistas hijos de estos, algunos de clase media. Era un mitin de campaña de Andrés Manuel López Obrador, quizá un cierre regional.

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Yo estaba cerca cuando presentaron a los invitados, entre ellos a Don Enrique González Pedrero, ex gobernador de Tabasco y a Doña Julieta Campos, su esposa. Y tan pronto al escuchar dichos nombres, se vino en cascada un aplauso general que parecía no tener fin. Me pareció muy largo. Sin exagerar unos cinco minutos. Yo estaba cerca. Don Enrique como quien recibe un rayo emocional y se mantiene impasible, solo el brillo en sus ojos lo delata. Doña Julieta de manera discreta se talla los ojos, como que le entra humo que no hay.

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En Tabasco, cuando se habla de dos o tres gobernadores que hayan cumplido de manera sobresaliente el encargo popular, el nombre de Don Enrique González Pedrero no falta, y no se le escatiman reconocimientos ni elogios. Supo gobernar con paciencia y sabiduría. Y si bien es cierto que no hay hombres ni gobiernos perfectos, en el balance de su función como gobernador, las luces sobrepasan las sombras.

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Nació en Villahermosa el 7 de abril de 1930. Fue gobernador de Tabasco de 1983 a 1987. Antes fue Director de los Libros de Textos Gratuitos. Maestro de la UNAM, Director de la facultad de Ciencias Sociales, Senador de la república. Después de ser gobernador de Tabasco fue director del Fondo de Cultura Económica, embajador en España, luego senador de nuevo. Entre muchos otros cargos relevantes tanto de gobierno como funciones partidarias.

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Trabajó acorde a su lema: Hablarán los hechos. Unió comunidades y municipios con un programa amplio de puentes; pero también con la radio chontal, creó el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena (LTCI); se desarrolló una amplia política de edición de libros, etc. Y como intelectual, tuvo una visión sociológica mayor, con lo cual puso en marcha el plan social de que todas las casas tuvieran piso de concreto, letrina y fogón a la altura de lo humano, para que al cocinar la personas estuviera exactamente de pie.

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En 1987 aceptó dejar la gubernatura para irse a la campaña de Carlos Salinas de Gortari, quien lo nombró coordinador del IEPES, que era el área del PRI que se encargaba de diseñar los planes y programas de gobierno. Para tal objetivo organizó foros regionales de participación general. Pero en la derrota transformada tramposamente en triunfo por la caída del sistema, era claro que un hombre con ideas claras, de corte social, arraigadas en favor del pueblo, no encajaba en el nuevo gobierno de perfil estrictamente neoliberal, y lo dejaron fuera del círculo cercano del presidente al nombrarlo director del Fondo de Cultura Económica.

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Escribió varios libros, entre ellos: “País de un solo hombre”; “La cuerda tensa”; “Puntos de referencia”, y muchos otros, en los que analiza y disecciona la situación de nuestro país, desde la perspectiva de la sociología y la historia. Nada escapa a su pensamiento en su reflexión. Y ese pensamiento de Don Enrique González Pedrero movido hacia la acción es lo que lo diferencia de la gran mayoría de los oscuros, cacos y nepotistas ex gobernadores de Tabasco, con sus evidentes excepciones.

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Es de los pocos ex gobernadores que no tienen señalamientos. Al contrario, ha venido a Tabasco de visita y por invitaciones oficiales. Y siempre es bien recibido. La gran mayoría de tabasqueños no escatiman palabras de reconocimiento hacia su persona. Camina siempre con la frente en alto.

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Por ello, cuando lo presentan en los actos, pequeños y grandes, se escucha un aplauso fuerte, que nace desde el corazón y la memoria de los presentes, como aquella vez en Plaza de la Revolución, en uno de los más concurridos mítines de Andrés Manuel López Obrador, en su búsqueda de la Presidencia. Los aplausos fueron amplios, generosos, extensos, fuertes. Como en esas presentaciones donde el verdadero artista entrega todo en su espectáculo, y se despide para salir de escena, y el público aplaude, se para, y no deja de aplaudir, y el artista sale dos o tres veces, o cuatro o cinco, para agradecer al público ese reconocimiento.