Don Rafael Galicia, 42 años creando cayucos artesanales en Jahuacapa

A 30 minutos de Villahermosa está el poblado de Jahuacapa, que pertenece al municipio de Jalapa, Tabasco

A 30 minutos de Villahermosa está el poblado de Jahuacapa, que pertenece al municipio de Jalapa, Tabasco. En ese lugar pintoresco encontramos a don Rafael Galicia Sánchez, mejor conocido como “Valey”, un hombre de 82 años y desde hace 42 le da forma a la madera de cedro para crear cayucos artesanales en diferentes medidas. 

Sentado en una pequeña silla afuera de su casa agarra fresco. Sin desconfianza invita a tener una buena plática, se le saluda, y con amabilidad acepta contar parte de sus secretos, esos que a veces guarda en lo más profundo de su ser. 

Con su diálisis a cuesta y una pierna prácticamente de madera, don Rafael es de los hombres que persisten, luchan… y quizás pueda faltarle en ocasiones la esperanza, pero eso le ayuda para levantarse de nuevo y enfrentar la vida con más coraje. 

Orgulloso de su oficio, narra que todo inició porque al quedarse sin empleo como cuidador de rancho y más tarde carnicero, buscó la forma para mantener a sus hijos.  

En cierta ocasión la esposa de un presidente municipal, amigo de él, le encomendó la tarea de hacerle unos cayucos, sorprendido por no tener la experiencia ni el material, no dio paso atrás y se enfrentó a esa oportunidad. 

“Recuerdo que los primeros salían con el pico de un lado, y no me parecían, entonces fui con un señor que hacía cayucos grandes para pesca, y le pedí ayuda, esa persona me enseñó los acabados, y luego pude caminar solo por esta vereda de la artesanía”. 

Dice que al tener el tronco hace medidas, lo parte a la mitad, y posteriormente va sacando la forma del o varios cayucos con la azuela gurbia, con el machete lo purifica, de ahí lo cepilla, le pasa la lija y al final los coloca al sol. 

En la pared de su pequeño taller cuelgan algunos reconocimientos de las autoridades municipales, los cuales validan esa tarea que lo conserva lleno de vida. En unas largas repisas están ordenados los cayucos que van desde 20 centímetros hasta un metro. Además tiene bateas a escala y unas “selvillas”, son pequeños platos prehispánicos, “en medio se les deja un aro con hondura, ahí las personas de antes colocaban su jícara, y alrededor pedazos de pan o tortilla tostada. La corteza que va quedando es aprovechada para que su hijo inscriba salmos de la biblia o imágenes de la Virgen de Guadalupe. 

Su memoria se abre camino, y además de su oficio cuenta otras historias, anécdotas a título personal, porque su lenguaje enseña temas como el ser fuertes y no quejarse nunca. 

Sus manos marcadas por el tiempo se mueven lentamente mientras platica, pero son las mismas que con agilidad pueden terminar un cayuco en 20 minutos. 

En las épocas buenas -apunta- podían hacer hasta mil cayucos, pero ahora las ventas se mantienen bajas. 

A este artesano la pandemia lo tiene sentado en un tronco, esperando que pase la enfermedad… cuidándose al extremo. Si desea adquirir alguno de sus cayucos puede llamarle al número celular 9931931583. ¡Otro orgullo tabasqueño! 

PARÉNTESIS 

El libro “Cultura de paz, palabra y memoria”, editado por el Fondo de Cultura Económica, nos invita a reflexionar sobre un modelo de gestión comunitario. Es una apuesta ganadora porque nace de una estrategia de no violencia y confía en el poder de la palabra, el poder de la lectura y también de la escritura, como vehículos de reconstitución del tejido social. (kundera_w@hotmail.com)