Eduardo del Río (Rius), Jaime Avilés; dos referentes del periodismo combativo

Eduardo del Río (Rius), Jaime Avilés; dos referentes del periodismo combativo

*Cronistas del segundo medio siglo mexicano, legado importante

*Decía Avilés: el periódico debe ser mapa, telescopio y espejo

*Rius: la historieta como recurso didáctico ante el analfabetismo

DOS NOTICIAS aciagas, entre las muchas que hay, recibimos el martes 8 de agosto, ayer. Eduardo del Río García (Rius) y Jaime Avilés Avilés Iturbe están muertos. Uno a los 83 años de edad, otro a los 63. Cada cual, en su momento y a su modo, marcó el quehacer periodístico y crítico en México. También en Latinoamérica. Ambos entendieron el periodismo como una labor didáctica; como un compromiso.

Sus críticos dirán que sacrificaron la objetividad por su definición ideológica, sus lectores y público sostienen que por el contrario esas definiciones los hicieron distintos, valiosos.

LA BRÚJULA DEL DIARIO

ESCRIBIÓ Jaime Avilés en agosto del 2012, cuando tenía un pie fuera de La Jornada, diario que contribuyó a fundar: “Un periodista tiene en todo momento el deber de defender su libertad de expresión porque sólo así protegerá la libertad de expresión de los demás y el derecho a la información de todos. El día en que fue censurado el Desfiladero número 491, no sólo respondí en mi nombre sino también a nombre de los lectores de mi disgustada columna. No entraré en detalles porque, como me dijo Iván Ilich durante la única entrevista que le hice, “me interesa el concepto, no la anécdota”.

Prosiguió: “Y el concepto es el siguiente. Un periódico debe ser un mapa que nos permita saber dónde estamos, a dónde vamos y de dónde venimos. Debe ser también un telescopio que nos ayude a ver más allá de las apariencias que nos rodean. Y debe necesariamente ser un espejo que nos muestre cómo somos, por delante y por detrás, para que así podamos comprender y corregir lo que no funciona”.

Esa fue la divisa de Jaime no sólo en La Jornada sino en toda su actividad. Recuerdo haberlo visto por última vez en Villahermosa, gracias a una invitación de Luis Guillermo Pérez, su gran amigo, a mediados de mayo de 2915. Hablamos de su nuevo proyecto. Con entusiasmo refirió el interés que tenía por ampliar la cobertura de la revista electrónica Polemón que dirigía, una publicación que presentaba como “Un semanario mensual que sale todos los días a veces”. Fundada en marzo de 2015, la revista fue hecha a modo del propio Jaime: irreverente y libre, polémica.

Con Jaime tuve la oportunidad de presentar en Tabasco su libro “AMLO: la vida privada de un hombre público”, en junio del 2012. Nos acompañó la ya fallecida cronista Doña Gabriela Gutiérrez Lomasto. Se trata de una extensa crónica biográfica en torno a Andrés Manuel López Obrador, de cuya actividad política y personal Avilés fue un testigo privilegiado.

Jaime Avilés se inició como reportero en el vespertino Crucero, de la Ciudad de México; continuó en El Día, Proceso, Unomásuno y La Jornada. “Combativo periodista y cronista”, lo refieren las noticias de su muerte. Literato, teatrero, activista, actor. Autor de la novela “Nosotros estamos muertos” y de los volúmenes de crónicas “La rebelión de los maniquíes” y “Los manicomios del poder”. Junto al italiano Gianni Mina publicó “Marcos y la insurrección zapatista”.

Nos acompañó solidariamente en un aniversario del diario Presente, en febrero de 1993. El sábado 20 de aquel año ofreció la conferencia: “Historia cotidiana: la crónica”. Fue un ciclo en el que también participaron Paco Ignacio Taibo II, Humberto Musaccio, Víctor Roura y Omar Raúl Martínez. Un gran amigo, sin duda.

EL HUMOR A LA VIDA

MENOS PERSONAL, pero no menos afectiva, fue la relación de este columnista con Eduardo del Río (Rius), a quien de manera certera menciona la revista Gatopardo como “el caricaturista que educó a México”.  En efecto, no sólo creó los célebres personajes de “Los supermachos” (más de 250 mil ejemplares semanales) y “Los agachados”, sino que fue autor de más de cien títulos de divulgación desde “Cuba para principiantes” (1966) hasta “La invención del cristianismo” (2012), pasando por infinidad de folletos y colaboraciones para diversas revistas.

Escribió Guillermo Sánchez: “Fue seminarista, vendedor de jabón, cajero, burócrata y hasta enterrador de una funeraria. No se trata de un personaje de novela picaresca, sino de Eduardo del Río “Rius”. El caricaturista, historietista y periodista mexicano que se convirtió en un referente con sus cartones donde daba rienda suelta a sus críticas hacia el sistema político con personajes como Don Perpetuo del Rosal —el político sombrerudo y tranza del pueblo ficticio San Garabato de las Tunas—. Era un divulgador con alcances inusitados: todo el país esperaba sus historietas que retrataban la realidad, así como sus libros gráficos sobre vegetarianismo, marxismo y hasta sexualidad. Bien lo dijo alguna vez Carlos Monsiváis: “En México existen tres sistemas educativos nacionales: la Secretaría de Educación Pública, Televisa y Rius”. (Gatopardo)

En 2014 publicó “Mis confusiones. Memorias desmemoriadas” (Grijalbo, México). Entrevistado en relación a su obra y vida afirmó que: “Tengo la ventaja de que trabajé varios años como telefonista en una funeraria. Ahí me familiaricé con la muerte. La veo como una…casi como una bendición. Es algo que nos puede rescatar de la rutina, de las tonterías y de todos los fracasos dela vida” (Guillermo Rivera, Emequis, agosto 2014) 

Para incomodidad de los puristas, varios de los libros de Rius fueron texto indispensable en secundarias y preparatorias. En los 70s y 80s del reciente siglo pasado, este imaginativo michoacano se adelantó a la cultura visual, pero con contenido y compromiso. (vmsamano@yahoo.com.mx)